lunes, 21 de junio de 2010

“Divide et Vinces”


Por: Pablo Méndez

“Divide et Vinces” (Divide y Vencerás), es una frase que algunos han atribuido equívocamente a Nicolás Maquiavelo, sin embargo su verdadera autoría recae en Cayo Julio César, máxima que no pocos refieren a la manera de fraccionar tareas, actividades, o algoritmos, para resolverles con facilidad. No obstante el sentido malévolo de dividir personas, tendencias políticas, u otras, con la intención de subyugarlas—fue a mí entender—el verdadero objetivo del célebre romano, marcado históricamente por sus conocidas ambiciones de poder. Asimismo, al régimen de la Habana, hace honor a la máxima, proponiéndose quebrantar la compactada posición de la Unión Europea—y en su empeño— utiliza como vehículo para sus manipulaciones a la “Madre Patria”, cuyo canciller, el señor Miguel Ángel Moratinos, cuestiona la efectividad de la política del bloque europeo, alegando que “mediante negociaciones” ellos han obtenido más resultados en cuanto a la liberación de los presos políticos por parte de la dictadura, que cualquier formulación de línea dura para restablecer la democracia que desde hace 58 años brilla por su ausencia en la isla caribeña—ahora yo pregunto—Si Cuba ha sido tan condescendiente con España en cuanto a sus solicitudes para la liberación de los presos políticos, entonces ¿Qué le concede a cambio el gobierno ibérico? , ¿Sé presta como cincel y mandarria en la posición común de la UE frente a la dictadura?
Ahora, tras otorgársele por parte del régimen de la Habana, una licencia extrapenal al preso político Ariel Sigler Amaya, afectado por una paraplejia, y disponer del traslado a sus provincias de origen de otros seis reos de conciencia, la prensa ha calificado dicha acción, como un “gesto de buena voluntad de la dictadura”, gracias a la “caritativa mediación” de la iglesia católica—por tanto—al parecer, dichas opiniones tienden a obviar los antecedentes que forzaron a la maquinaria represiva a replegar sus porras de respuesta rápida que armados de palos, cabillas, y cables, no tuvieron otra opción que agazaparse tras la persona de su eminencia el cardenal Jaime Ortega, y a pesar de haberse vociferado públicamente por boca de su propio presidente el general de ejercito Raúl Castro que “nunca cederían ante las presiones y los chantajes”, dicha sentencia ha tenido que engavetarse, y recurren a un “trato” para salir del bache mediático, que le endilgó un descomunal cartel de violador de los derechos humanos, y la condena del parlamento europeo—que esta vez—se alineó a la política estadounidense tras la muerte del recluso político Orlando Zapata.
Pero no sólo eso brota de las maquinaciones del totalitarismo caribeño. También se ha procurado, mediante la influencia de sus agentes encubiertos de la policía política, el fraccionamiento de las Damas de Blanco, a través del licenciamiento por 5 semanas del 50 % de sus efectivos constituidos por las “Damas de Apoyo”, que domingo tras domingo, y en fechas significativas, recorren los mismos derroteros engrosando el grupo de féminas que demandan la liberación de los presos políticos, so pena de recibir—por igual cantidad—las mismas cuotas de empellones, y ataques verbales por parte de las turbas de respuesta rápida. Sin embargo— ¿qué justifica dicho lance?—acaso pretende las firmantes de la antemencionada convocatoria reciprocar con un “gesto de buena voluntad” la disposición del régimen a conceder algunas liberaciones y traslados a hospitales de presos políticos enfermos—establecidas a cuenta gotas—a sabiendas que un hombre está resuelto a morir de hambre y sed defendiendo dicho reclamo. También razono que la oposición militante sólo debe imponer derechos, puesto que la única concesión posible a los deseos del régimen sería su definitiva desintegración. Asimismo, gracias a la tecnología digital—el pugilato de las porras contra las Damas de Blanco no pasó por alto esta vez, y fue proyectado en todas las pantallas televisivas del orbe, cuyo desenlace violento—echó por tierra—la imagen de filántropo internacional moldeada durante años por el castrismo mediante su despacho de legiones de médicos a todos los confines del mundo.
La dictadura pedía a gritos el lanzamiento de una toalla para salvar su honrilla, y la sotana de su eminencia el cardenal Jaime Ortega sobrevoló el ring. Por cierto, considero que ambas parten se benefician, puesto que la iglesia católica con este gesto, ayudaría a reparar una imagen decadente, a resultas de los sucesivos escándalos protagonizados por integrantes de su sacerdocio mundial. Entretanto, el régimen también disfrazaría una derrota ante la oposición militante, representada por las Damas de Blanco, y el psicólogo Guillermo Fariñas. Por tanto considero que las buenas voluntades, y las mediaciones que tanto machacan los medios, favorecen más a las partes “bien intencionadas” que a los reos que sufren condenas por exigir el derecho a la libre expresión, y la transición pacífica hacia una democracia.Soy de la opinión de que la iglesia se ha mantenido pasiva y mirando los toros desde la barrera por el restablecimiento de una prensa libre, el respeto a los derechos humanos, y la instauración de un estado de derecho en Cuba—y formulo mi criterio—recurriendo a otra cita, en este caso de Alexis de Torqueville, quien enunció en una de sus obras: “Que enfrentarse a la democracia, es como enfrentarse a Dios”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario