lunes, 29 de marzo de 2010

Mazorra—Auschwitz


Por: Pablo Méndez

Yo aseguro—y sin temor a equivocarme—que si en algún hospital psiquiátrico de EE UU decenas de pacientes hubieran muerto de hambre, y frío por la indolencia del personal médico, su repercusión en la prensa cubana hubieran absorbido una importante tajada de los noticiarios. De igual forma sospecho que si el señor Michel Moore irrumpiera micrófono en mano en la estancia, y sus videocámaras elaboraran un minucioso reportaje sobre el acontecimiento, la cinta del laureado documentalista pronto desencadenaría debates en La Mesa Redonda, y a través de sus panelistas el régimen manifestaría su ahínco y singular propósito de desacreditar el sistema de salud norteamericano— ¡claro está!—en franca competencia con el cubano.
Sin embargo, el lamentable hecho ocurrió en Cuba. Un país caribeño, tropical, de clima exquisito, donde predomina la calidez y la radiaciones solares durante la mayor parte del año, y su valor de temperatura promedio frisa los 20 grados Celsius—¡y no solo eso!—el citado manicomio se halla a solo 15 kms al sur de la capital cubana, y tras una oleada invernal de principios de año que estiró considerables descensos de temperaturas durante más de 15 días, los vecinos de la conurbación del aeropuerto internacional emplazado en la municipalidad de Boyeros, y el residencial de Altabana vieron detenerse los alcoholes—nada más y nada menos que en la divisoria de 3 grados de la escala de sus termómetros—y por supuesto que cualquier persona forrándose con gruesa corcha, pernotando en una edificación confortable, y alimentándose óptimamente afrontaría la inclemencia invernal, y saldría ileso del lance—pero por desgracia—esta no fue la suerte corrida por las víctimas mortales del hospital psiquiátrico Julio Díaz, y por ahí van los tiros.
Según informaciones en—off record—la cifra de muertes sobrepasa las cuarenta personas, y se confirmó por parte de la fuente que la mayoría murió por inanición e hipotermia, también la pesquisa arrojó como causales: el deterioro de los ventanales de los recintos hospitalarios, cuyas reposiciones fueron excluidas de los planes de reparación por falta de recursos, del mismo modo salieron a relucir, el déficit de lencería, alimentación desastrosa—¡la barbaridad!—de que los pacientes de conducta agresiva eran higienizados con chorros de agua a temperatura ambiente, además se evidenció por medio de sus expedientes clínicos que muchos de ellos—durante más de 6 meses—no fueron examinados por galeno alguno, y conjuntamente brotó la acreditada sustracción de bienes por parte de ciertos empleados para su beneficio personal que incluyó: alimentos, vestuarios, lencería, donaciones de organizaciones caritativas, etc.—¡y por ultimo!— saltó de las gavetas una circular emitida por el Primer Vice- Presidente del Consejo de Estado José Ramón Machado Ventura, ordenando reajustes alimentarios en las instituciones del Sistema Nacional de Salud. Asimismo, el testimonio gráfico del evento es espeluznante, las fotos tomadas en la morgue muestran hasta 4 cadáveres amontonados en un solo entrepaño, el estado físico de los occisos es deplorable, sus osamentas sobresalen y al mismo tiempo delinean sus contornos con bastante exactitud; se evidencian golpeaduras, lesiones, escaras, heridas sangrantes, en sus rostros quedó plasmada la angustia de los últimos instantes— ¡en fin, sobran los comentarios!—
Según el finado doctor Viktor Frankl, sobreviviente del holocausto, y autor del libro “El hombre en busca del sentido” donde narra su experiencia como reo del campo de concentración de Auschwitz, ejemplifica en el texto: que cada prisionero recibía una ración diaria de 2 litros de sopa, y 300g de pan, y para resguardarse de las bajas temperaturas, 9 de ellos se apiñaban en un espacio vital de 2.5 metros cuadrados, movidos por el afán de subsistir, y lo hacían evocando la conocida frase de Nietzsche: “El que tiene un por qué para vivir, puede soportar cualquier cómo”. Pero el caso de los pacientes del psiquiátrico Julio Díaz (antigua Mazorra), aquejados de una de las enfermedades más cruentas que azotan a la humanidad, jamás podrían vincularse a tal razonamiento, y mucho menos, emprender un sistema de subsistencia colectiva, como expuso el doctor Frankl, aunque tal experiencia está enmarcada en la época de la barbarie fascista, cuando el Nacional-Socialismo alemán encabezado por Adolfo Hitler, se encargó de eliminar a todos aquellos seres con impedimentas físicas y mentales, además emprendió programas de esterilización en las poblaciones no actas para procrear individuos sanos.
Paradójicamente a estos acontecimientos, el régimen cubano envía misiones a países latinoamericanos que agrupados en brigadas identificadas como la Moto Méndez, y Manuela Espejo, desandan la Amazonía para realizar un pormenorizado censo de personas discapacitadas, y al mismo tiempo les brindan asistencia profesional, solidaridad, y altruismo, cuyo lance filantrópico, les sirve de envoltura publicitaria para trastrocar su auténtica máscara de violador de los derechos humanos.
Por tanto, yo, un humilde escribidor que reconoce su torpeza en el ejercicio y manejo de los eufemismos, considero que lo ocurrido en el hospital psiquiátrico Julio Díaz, obedece a un homicidio premeditado—más grave aún— fue un exterminio de seres discapacitados que no debe quedar impune.

¡Joder!, otra vez España


Por: Pablo Méndez

Tal vez algunos legislativos españoles no recuerden aquel 23 de febrero e 1981, cuando el teniente coronel Tejero irrumpió en el parlamento acompañado de 200 guardias civiles, y pistola en mano gritó— ¡Que se sienten coño!—Claramente, la entelequia de Franco merodeaba con recelo la incipiente democracia española, sin embargo, el rey Don Juan Carlos (que compadeció de completo uniforme ante las cámaras de TV ), resolvió apoyar la instauración de un estado de derecho, cuya firmeza desarmó las pasiones de aquella reluctancia franquista que pretendía dar otro vuelco hacia la dictadura.
Sin embargo transcurridos 29 años de aquel hecho, el parlamento español—por supuesto—gozando de las supremas bondades de una democracia consolidada, y sin albergar el más mínimo temor a que otro clon de Tejero invada el hemiciclo donde legislan sus honorables diputados. Paradójicamente se ha empeñado en oxigenar a otra dictadura tan cruenta como la que padecieron durante 35 años—y mediante votación mayoritaria—su congregación se contrapuso a la sanción del parlamento europeo que condenó al régimen castrista por la muerte del preso político Orlando Zapata, y por conducto del acuerdo evidentemente desarropa su negativa a reconocer las fragantes violaciones a los derechos humanos en la isla caribeña, sin embargo, lo más repulsivo de la actividad circense, es que para congraciarse y agradar a las orejas dictatoriales de la Habana reiteraron su censura al embargo norteamericano.
Lo cierto es que la madre patria—a través de su parlamento—tratan a los cubanos como sus hijos bastardos, y recobrando su otrora calidad de metrópoli, exterioriza sus esfuerzos en personificar nuevamente al represor Valeriano Weyler, en la morfología violenta de los hermanos Castro, no obstante, los traseros gordos de la política española persisten en mantener su errabunda estrategia de apoyar al más fuerte, y atisban a la disidencia defensora de los derechos humanos, como una dotación de negros apestosos que provee de caña al trapiche mientras sus espaldas reciben los cuerazos del mayoral.
A pesar de lo sucedido, vale la pena recordarles a esos señores que ofrecieron sus votos a favor de la dictadura y pretenden fisurar la compactada decisión de los eurodiputados. Que a los opositores cubanos no les es indispensable franquear la balaustrada de la embajada española en la avenida de Las Misiones, para ser recibidos por su canciller—aunque pecaríamos de petulantes—sino reconociéramos sus gestiones por obtener la clemencia de la dictadura, y lograr la excarcelación de algunos presos de conciencia aquejados de enfermedades mientras cumplen largas condenas por demandar, el respeto a los derechos humanos, la libre expresión, y la transición a un estado de derecho como hizo en vida el finado recluso político Orlando Zapata.
Si la política exterior del país ibérico prosigue esforzándose en colocar la media suela de su zapato en la divisoria que marca la frontera de la dictadura castrista, y la expectante Cuba democrática, tendrá que atenerse a las consecuencias de que surjan sentimientos anti—España, y en un futuro germine una fuerza política que formule cortar de un solo machetazo ese cordón umbilical que tanto daño nos ha hecho.

lunes, 22 de marzo de 2010

Los perros ladran


Por: Pablo Méndez

Después del KO propinado por la sentencia de los eurodiputados, saltan sobre cenáculo de la Mesa Redonda la perrería de Randy, Ubieta, Taladrid, y Derivet, para volcar sus ladridos contra la—“campaña mediática”—eufemística aplicada por el régimen cubano a la condena mundial tras el deceso por huelga de hambre del preso político Orlando Zapata, el ayuno del opositor Guillermo Fariñas, y el peregrinaje de las Damas de Blanco por toda la ciudad.
Pero en esta ocasión la jauría reconoce que la arremetida de la prensa mundial se ha efectuado con un nivel de profesionalismo tal, que saltan a colofón el diario el País, el escritor Vargas Llosa, la habilidad periodística de una industria calificada por la lic. Derivet como un gran consorcio, además, del mismo modo, reconoce que el estilo narrativo es impecable, y ejemplifica elogiosamente—el titular la “Primavera Negra”—como una manufactura brillante, cuya campaña la sorprendió de gira por Roma, y fue obligada “a aferrarse a la historia de su país”, ante la imposibilidad de defender lo indefendible en un basto océano de prensa libre.
Por otra parte el lic Taladrid preguntó: — “¿Qué demandan las Damas de Blanco?”— agregando con cinismo que “sus esposos disfrutan de todo tipo de atenciones en las cárceles cubanas”—y por supuesto—irrumpieron las imágenes de las porras acosando a las citadas “mercenarias” que vestidas de blanco marchaban por las calles del Vedado, y Centro Habana, esgrimiendo gladiolos a la altura de sus pechos, y ni siquiera se inmutaban ante las andanadas de improperios lanzados por las turbas, entretanto, las videocámaras cubrían la presencia de diplomáticos occidentales que se mantuvieron a la observancia de las actitudes homicidas que pudieran desencadenar las porristas profesionales. Sin embargo el licenciado de marras no argumentó en ningún momento de su intervención—¿El por qué las Damas de Blanco no gozan del mismo derecho que tienen las esposas de los 5 espías en sus peticiones de absolución, y revisión de causas?—¿Por qué no pueden crear fundaciones en otros países para promocionar la liberación de sus esposos, y acudir a mítines, y vigilias?—¿Alguien considera que las mencionadas Damas están de acuerdo con el castigo que aplicaron a sus compañeros?—¿El gobierno le otorga una pensión que cubra sus necesidades?—¿Su nivel de vida es comparable con el que poseen los familiares de los 5 antedichos espías, a pesar del dinero recibido?— Asimismo rechinaron a través de los micrófonos las expresiones soeces, de los “ofendidos revolucionarios”—¡El dinero, el dinero que reciben los mercenarios!—es lo que más exacerba sus ánimos, sin embargo, paradójicamente poco les interesa el suyo, si analizamos que en la corporación Cubanacán, y en la Aeronáutica Civil los desfalcos de sus directivos alcanzaron cifras millonarias, además, también podemos sumarle el derroche de la estratósfera dirigente considerada de imparable según las murmuraciones callejeras, no obstante esta “masa tan susceptible”, y tan ofendida por el dinero que reciben los disidentes ni siquiera ha demandado castigo para los ladrones que saquean las arcas del pueblo, por tanto, incongruentemente sólo les importa el peculio que reciben los “mercenarios”, algo, al parecer contradictorio ante cualquier mente lúcida.
Y es por eso que existe la Mesa Redonda donde los canes del régimen utilizan sus habilidades comunicativas para fabricar idiotas, aprovechando las bondades otorgadas por la ausencia de una prensa pluralista más el impermeable retén radiofónico, que impide a los cubanos el acceso a una información mundial. No obstante, una verdadera campaña mediática contra la Unión Europea descorre su velo por Cubavisión donde se contraponen las imágenes de los contingentes antidisturbios que arremetieron contra los violentos manifestantes de la capital griega, y las pacíficas Damas de Blanco que marchaban asediadas por el vilipendio oral de las porras castristas.
Los perros ladran, en un entorno silencioso, en un ambiente propicio, para desinformar al pueblo, puesto que temen que los cubanos observen a través de video-reproducciones la masacre de Tianamen, y evidencien con sus propios ojos como los tanques del ejército chino se abalanzaron contra las multitudes de estudiantes para ahogarlos en un mar de sangre. También censuran las fotografías de Orlando Zapata, y Guillermo Fariñas en cuyos rostros podemos advertir el estigma dejado por las cárceles cubanas, — ¿por qué lo hacen?— ¿acaso les preocupa su comparación con la morfología saludable de los cinco espías cubanos encarcelados en EE UU? Por consiguiente los ladridos del Lic Taladrid, y sus compañeros de jauría proseguirán atronando en la Mesa Redonda— ¡claro!— a sus amos les inquieta la posibilidad de que el pueblo cubano “saque sus propias conclusiones”.

lunes, 8 de marzo de 2010

¿Para quién la violencia, y el vilipendio es útil?


Por Pablo Méndez

Cuando Vitelio (un efímero emperador romano que se embotelló en una conflagración civil del 68-69) marchó triunfalmente sobre un campo de batalla, sus acólitos se quejaban del intenso hedor de los cadáveres insepultos, y harto de escucharlos, montó en cólera y exclamó: —¡El cuerpo de un enemigo muerto siempre huele bien, más aún, si es el de un compatriota!—y tal hecho nos evidencia que la historia se recicla de forma secular, y con ello, la cercanía al primitivismo humano , más el desprecio al oponente político, vuelven a reencarnarse en la medios cubanos para deshonrar post mórtem la memoria de un mártir disidente. Asimismo, Orlando Zapata, un prisionero político entregado a la angustia de la inanición, fue caracterizado por Granma, en su esfuerzo desesperado por influir en las mentes idiotas, como un psicópata que cambió su vida por decorar el ámbito de su celda con un telerreceptor; una cocina, un teléfono, y luego de engrosar un historial de actos criminales se integró en cuerpo y alma a las filas opositoras, no obstante, el autor del articulario en su afán hiriente, y sin proponérselo, estableció una virtual analogía con el propio Fidel Castro, que antes de iniciar su bagaje revolucionario, ya era un hombre fichado como sospechoso de varios hechos de sangre.
Pero el regodeo de citar o desapolillar expedientes policiacos no se ajustan a mi estilo, ni naturaleza, lo que estimula a manifestar mi indignación, es el instinto oficialista de desacreditar como seres de segunda clase a los críticos de la revolución, y sus esfuerzos por inducir a los cubanos a la barbarie de la Sierra Maestra, donde ni siquiera tembló la mano para matar, y cuyos jefes ahora convertidos en máximos dirigentes aún persisten en mantener la psicosis de los piquetes de fusilamientos, y las marchas sobre los cadáveres. Sin embargo, reconozco que la revolución castrista ha sufrido innumerables agresiones, ataques terroristas, y la voladura en pleno vuelo de un avión repletado de jóvenes inocentes—pero evocar tales angustias—no les libera de responsabilidad ante la violencia que ellos mismos engendraron, cuando la historia los alude como victimarios de sus propios compañeros de armas que se sintieron traicionados tras el vuelco marxista dado a la revolución y fueron ejecutados sin miramientos, los fusilados extrajudiciales, los civiles derribados por aviones de combate, los hundidos en el estrecho de la Florida, los muertos en las cárceles, los niños y madres que gritaban mientras se debatían entre la vida y la muerte por lograr emerger a la superficie cuando el remolcador 13 de Marzo fue colisionado por sendos navíos que pretendían interceptarle, y a pesar de ello, las vidas cobradas aún continúan sin ser honradas con un acto de justicia que castigue a los culpables, puesto que el silencio del régimen cubano les hace cómplices, y al mismo tiempo les priva de fuerza moral para censurar la impunidad de los matarifes del bando contrario.
Defender el concepto de “libertad” bajo una dictadura totalitaria que castiga con dureza, no es obra de hombres que se abandonan al furor de la violencia. Ser opositor, “gusano”, “mercenario”, “bandido”, “escoria”, o como necesiten disminuirnos moralmente, es resistir el apaleamiento en nuestros cuerpos, el encierro injusto, y el vilipendio en aras de denunciar las violaciones de los derechos humanos, reclamar el ejercicio de la libre expresión, y con ello, la instauración de una democracia que limite los abusos de poder sufridos durante tantos años. Sin embargo, ¿es punible, lo que demandamos?, ¿alguien puede fundamentar que nuestros opositores fungen como agentes de potencias extranjeras que monitorean unidades militares, y conceden a los enemigos de Cuba, copias de pliegos clasificados?, no obstante, todos conocemos que la acción de espiar, sea cibernética, industrial, militar o de cualquier naturaleza es un acto delictivo castigado con fuertes penas en todo el mundo.
Los opositores, para combatir la censura informativa, asumimos la responsabilidad de denunciar los indigestos del socialismo, los platos vacios que día a día centran las mesas, la miseria del pueblo, el clamor en las calles, las violaciones de los derechos civiles, también pretendemos exponer al mundo la realidad cubana desde el fondo del abismo, puesto que estamos conscientes de que el señorío dictatorial esta compuesto de hombres inteligentes, tenaces, y a la vez, dotados de una formidable capacidad para eclipsar la opinión pública mundial mediante una falsarregla altruista que si el régimen sudafricano del apartheid hubiera imitado en todas sus manifestaciones, aún Nelson Mandela permanecería encerrado en su celda, las mayorías continuarían bajo al flagelo discriminatorio, y sería impensable que un negro fuera investido como presidente de dicha nación. Ojalá Orlando Zapata, sea el último cubano que entregue su vida por alcanzar una patria democrática que aún pretendemos edificar sobre un zócalo pacífico. Ojalá que nuestros compatriotas dejen de culpar a Dios por las desventuras vividas y se apresten a reconocer que hemos sido castigados por temer y venerar a los déspotas. Ojalá el Señor nos perdone, y no resuelva exterminarnos.

Rescatistas del Socialismo, SA (segunda parte)

Por: Pablo Méndez


…La prueba para desarrollar al país con métodos socialistas resultó ser un fiasco. Lograr la eficiencia industrial era inalcanzable con un 60 % de las plazas ocupadas por burócratas, más el centralismo, y la planificación vertical. Gracias a las bondades del CAME seríamos los mono-productores que años tras años colocaríamos 5 millones de toneladas de azúcar en las bodegas rusas—y a cambio—Cuba se titularía como lastre económico del segundo mundo. Por ende, ahora nuestros conspicuos dirigentes tenían la oportunidad de elucubrar nuevas ideas, trazarse otras metas, y pronto la isla caribeña se convertiría en una gigantesca edificación biplanta, cuyo nivel superior alojaría una descomunal secundaría básica en el campo, y en el otro se instalaría un formidable hospital.
Asimismo, las escaseces continuaban angustiando al pueblo, pero este flagelo sería revertido como vehículo de manipulación. Los cubanos pronto involucionaron a neandertales con noveno grado de enseñanza secundaria, y para adquirir un televisor; un radio, o un despertador, teníamos que rivalizar con nuestros congéneres, en las asambleas sindicales, donde mujeres y hombres, sin tapujos acudían a la bajeza más espuria y desembalaban las traperías para conseguir los artículos ofrecidos—(usted podía ser un excelente trabajador, pero entronizar una virgen del cobre en su casa echaría por tierra sus méritos laborales)—No obstante, el socialismo seguía fortaleciéndose. La imagen de los saigoneses trepando en helicópteros y emprendiendo la huida tras la derrota, más el escándalo Watergate, evidenciaron las creencias de que el marxismo enclavaría los obstáculos hacía el futuro, y muchos cubanos eclipsados por la victoria vietnamita, más la persistente doctrina impartida en las escuelas, centros de trabajo, y CDR, se ofrecieron voluntariosamente para empuñar las armas y partir hacía Etiopía, Angola, y Nicaragua.
La revolución arribaba a los veinte años con un pueblo amoldado al encuadre totalitario, la represión apretaba las tuercas y el temor acallaba toda controversia, incluso dentro de los hogares. La jerarquía se arriostró más sólidamente al poder, y pronto consideraron su capacidad para enfrentar el desafío de convivir con su rival norteamericano—de esta manera—el gobierno cubano accedió a la propuesta del presidente Carter, de fundar simultáneamente sendas oficinas de intereses en EE UU y Cuba—y con tal correlación—pudieron ser vivificados los reencuentros familiares, sin embargo, con suma prontitud brotaron los efectos negativos del lance, puesto que el poder adquisitivo del dólar había desocupado las estanterías de las diplo-tiendas, y la “gusanera” atiborraba a sus parientes con bienes de consumo hasta ahora negados a los marxistas más acérrimos, y por consecuencia detonaron protestas en las filas del partido con ataques epistolarios que colimaban como blanco al máximo líder, a la sazón, en el teatro Karl Marx y a puertas cerradas, fue convocada una reunión con la totalidad de los dirigentes partidistas, y en ella, Fidel desenfundó sus intensiones de—“crear una fuerza opositora allá”—pero el citado objetivo, demandaba concesiones por parte de los comunistas, citando que: “Lenin retornó a Rusia en un tren alemán, y él abordó tanques manejados por batistianos para trasladarse a la Habana”, y ante sus prosélitos, destapó su intensión de sembrar fidelistas en Miami.
Una balacera amiga ocasionó la muerte de un custodio en la embajada del Perú cuando los guardianes apostados procuraban evitar la invasión de un autobús tripulado por desencantados del sistema, el gobierno ordenó levantar la guarnición—y con tal decreto—en menos de 24 horas más de 10 mil personas se apiñaron en una residencia cuya superficie apenas rebasaba la quinta parte de un terreno de football. Como respuesta, el gobierno convocó a millares de adeptos para apoyar la revolución, mediante las marchas combatientes donde se vociferó el eslogan de: — ¡”Que se vaya la escoria”!— lo cual evidenció las intensiones de levantar las compuertas a la inmigración, y con prontitud, en la bahía del Mariel comenzó a recalar una ringlera de embarcaciones procedentes de EE UU. Por ende la intencionalidad de abandonar la isla socialista fue in crescendo—y esta vez—los que desarroparon sus deseos no eran los oligarcas perjudicados por la revolución, eran hombres y mujeres integrados al sistema, y muchos habían ascendido a cargos ejecutivos mediante la chivatería y la ignominia, por tanto, la ira de los perjudicados destapó actitudes homicidas hacía los llamados “tapaditos”, y tal sentimiento, fue aprovechado por la jerarquía para detener la hemorragia de disidentes que amenazaba con diezmar la población, por tanto, fueron institucionalizados los “actos de repudio” donde multitudes electrizadas por las organizaciones políticas detuvieron la fuga masiva mediante la filosofía del “ tranqueo”. Además para desacreditar aún más la muchedumbre de desertores, vaciaron las cárceles y hospitales siquiátricos para sumarlos a la estampida.
Al mismo tiempo, a 9 mil km de las costas cubanas el pueblo soviético se desternillaba a carcajadas frente a los telerreceptores cuando su máximo líder expresaba: “Que la Unión Soviética ya transitaba hacía el socialismo avanzado”, sin embargo, los norteamericanos también sonreían con un carismático ex -actor hollywoodense que se alojaba en la Casa Blanca como presidente numero 40 de los EE UU…—Continuará—

lunes, 1 de marzo de 2010

¿Elecciones, para qué?


Por: Pablo Méndez


De “privilegiados” fuimos calificados los cubanos por parte de la presidenta de la Comisión Electoral Nacional, manifestando además: “que gracias a las bondades de un sistema Socialista como el que tenemos, podemos elegir desde la base a nuestros representantes en auténtica democracia”. No obstante, la Constitución de la República también plantea que “el voto es un derecho del pueblo”, aunque del mismo modo es aludido como un acto de coacción—debido a que de no concurrir a los colegios electorales—los abstencionistas pueden marcarse como renegados políticos, gusanos, o contrarrevolucionarios, en fin, —el peor estigma existente en Cuba—y con dicho inconveniente, serían truncadas las aspiraciones a obtener mejores empleos, viajes al extranjero, estudiar en las universidades, etc. Sin embargo en el caso de los transgresores de las leyes, el hecho de acudir a las urnas les ayudaría a atenuar la vigilancia de los CDR, ante el trapicheo, el juego ilícito, el desvío de recursos, el facho, etc. Asimismo, las paradojas desarropan disímiles historietas, por ejemplo: un delincuente que ha incurrido en innumerables delitos como: robo con fuerza, tráfico de drogas, intentos de violaciones, y que actualmente se encuentra en libertad bajo fianza a la espera de juicio, argumentó públicamente—“que votará para no señalarse”—no obstante, y de igual forma, un testigo de Jehová que se niega a homenajear la bandera, y el himno nacional, alegó que concurrirá a la urnas para:—“Dar al Cesar lo que es del Cesar”— o sea, no meterse en problemas con el gobierno, además, serían cuantiosas las narraciones de terror surgidas ante los escalofriantes “toques de puerta”. Lo cierto es que las mayorías confiesan cancelar su boleta, trazando una cruz, o garabatean cualquier cosa, pero las anulan en proporción de 9/10, entretanto los que ya cumplieron 70 años, revelan no haber votado en toda su vida en elecciones universales por un presidente democrático—por otra parte—la mayoría también comenta que el Poder Popular no sirve, puesto que el país se encuentra abandonado a la bartola por la incapacidad de sus dirigentes, y las fosas se desbordan; las calles se repletan de baches, las viviendas se filtran y derrumban, las esquinas se abarrotan de basura, los hospitales no tienen optimas condiciones, los maestros no enseñan, las guaguas no pasan, los mercados están vacíos, además desde hace 50 años los alimentos están racionados, los obreros no están satisfechos con el salario, no se trabaja bien, la juventud quiere emigrar en masa—y a fin de cuentas—nos preguntamos: ¿elecciones, para qué?, si el Socialismo seguirá chapoteando en el mismo excremento.

Rescatistas del Socialismo, SA (primera parte)


Por: Pablo Méndez

En el periódico Granma, órgano oficial del PCC, todos los viernes de cada semana podemos acceder al espacio “Cartas a la Dirección”, donde son publicadas llamadas telefónicas, epístolas, y mensajes electrónicos, de todos los ciudadanos que pretenden mejorar la sociedad socialista, exponiendo quejas, respuestas, y opiniones—“con la que podemos estar de acuerdo o no”—según puntualiza el encabezado de sendas páginas donde se manifiesta “la diversidad de criterios” en los temas abordados.
Asimismo el pasado 20 de noviembre del 2009, el señor Cuesta Tapia, ingeniero civil que cumple misión en Sudáfrica, y es militante del PCC. Manifestó enconadas críticas al “paternalismo”, y al mismo tiempo propuso “privatizar la gastronomía” con el objetivo de aliviar la gestión estatal, combatir el robo, el desvío de recursos, y el enriquecimiento ilícito de los trabajadores del sector. Posteriormente el médico Palacios Álvarez apoyó su propuesta, basándose en una experiencia personal de cuando viajó a Europa del Este en la década de los 70, y acto seguido, el señor Ochoa del Rio formuló una apelación al lenguaje constructivo de la crítica y el debate. Por consiguiente, tal proposición, ha desbocado una diarrea de opiniones, tanto a favor; como en contra, ambiguas, o extremistas, a lo reggaetón, o rock metal— como les quieran llamar—pero todas circulantes en un solo sentido— como un semiconductor cotejaría yo— donde el socialismo campea sobre el paraíso terrenal— ¡y por supuesto!—el Capitalismo es el infierno.
No obstante emitiré mi articulario moldeando un bloque de opiniones callejeras que organicé como una narración cronológica a contracorriente, y les anticipo que establezco esta exposición con la praxis de la VOX PÓPULI (voz del pueblo) que ha sufrido los indigestos del socialismo durante 51 años, por tanto, actuaré como un vocero más—si se le puede llamar así— de los que hoy por hoy soportan los eslóganes y consignas impugnados por los números.
Cuando triunfó la revolución, el comercio minorista era privado. En el país se producía una amplia gama de refrescos, cervezas, comestibles, rones, artículos de consumo, ropas, y zapatos que proponían a la población una amplia oferta. También se expandieron muchos “chinchales” o “timbiriches” como popularmente se le llamaban a todas esas carpinterías, fundiciones, lecherías, paileras, dulcerías, talleres de mecánica, panaderías, y pequeñas industrias que proporcionaban un sinnúmero de empleos y prestaban servicios a la población con honestidad, y cuyo principio les garantizaba el éxito del negocio. Sus gerentes, sin apenas tener nociones de mercadotecnia, lucharon exasperadamente por mantener su clientela—y para ilustrarlo—cito como ejemplo que usted podía llamar a la trastienda de una bodega después del cierre, solicitaba 5 centavos de sal, y era servido sin percibir el sinsabor de un trato a regañadientes. Sin embargo, aquellos trabajadores barbiluengos, de boinas negras y alpargatas, no eran ricos y en su mayoría tuvieron que pedir prestado para retornar a su natal Galicia.
Por otra parte el estado había expropiado las industrias de mayor calibre, y el deterioro de la calidad en las ofertas comenzó a desarroparse progresivamente, no obstante, el Socialismo aún estaba en probetas, y todos miraban hacía el futuro, hacia el ensueño donde los hombres alcanzarían un nivel científico y de conciencia tal que serían redimidos del angustiante “trabajo fuerte”, puesto que el colectivismo cubriría sus necesidades, y al mismo tiempo les colmarían de modestos lujos—¡a partes iguales, por supuesto!—Aquella cúspide, llamada Comunismo—sería como un “Paraíso sin Dios”, y la irreligión nos proveería de un boleto hacía el progreso, al tiempo que la cruz que martirizó Jesús de Nazaret y simbólicamente se encumbraba en la cúpula de los templos, sería trastrocada por una indistinta hoz y martillo que también cegó la vida de millones de infelices.
Pero los cabecillas revolucionarios actuaron maquiavélicamente, se enfrentaron a EE UU, al tiempo que astutamente se fusionaron con su rival Soviética, y tras saciar sus apetitos de confrontaciones lograron consolidarse en el poder. Entonces se imponía liquidar las remanencias del viejo sistema, puesto que era dubitativa la superioridad del Socialismo, y por tanto, se atribuyeron la confiscación de toda la infraestructura comercial, y de pequeña industria heredadas desde la colonia. Urgía borrar todo vestigio de mercantilismo burgués, por consiguiente también derribaron las vallas publicitarias de los bulevares, y todos los anuncios de la Standard Oil, Coca-Cola, Pepsi, General Motors, etc. Aquella operación se nombró “Ofensiva Revolucionaria del 68” y muchos de los que consagraron su vida para establecer y mantener un negocito por medio de un laboreo decente, fueron precisados a rodear sus cuellos con una soga.
A pesar de todo, en aquellos tiempos el embargo norteamericano no representaba una coartada para las escolleras, Cuba Revolucionaria sería capaz de convertirse en el primer exportador de café mundial acordonando su capital con hectáreas y hectáreas de una variedad desconocida. Produciríamos tanta leche que su volumen sería comparable con la bahía habanera. Rebozaríamos el mercado mundial con más y mejores quesos que los franceses. Los Diez Millones de toneladas de azúcar saldrían de nuestros centrales sin una libra de menos, y la vaquita Matilda iría y vendría por los potreros. Metas inalcanzables donde los reveces se convertían en hipotéticas victorias. Entretanto, en el interior de los bolsillos seguían amontonándose los pesos— ¡claro, no había en qué gastarlos!—y con espontaneidad reventó la “Danza de los millones”, la ley seca, el juego ilícito, los cigarrillos “tupamaros”, y por entre las balaustradas de las ciudadelas surgió la “Gualfarina” (aguardiente furtivo, cuyo proceso utilizó como levadura el excremento de los bebés)…
—Continuará—

¿Desabastecimiento, o hambruna?


Por: Pablo Méndez


Enchufé el televisor, y la pantalla iluminó un mercado más una reportera esgrimiendo un micrófono: — ¡He buscado malangas por todas partes!— (comentó la entrevistada) —Entonces ¿No las halló?— ¡Qué vá!— ¡Mire las tarimas hablan por si solas!—A continuación las videocámaras encuadraron al sub delegado del MINAGRI, y al director de Cultivos Varios en la provincia Habana, los cuales expusieron cifras y datos hasta ahora inéditos. De esta forma, conocí que la demanda de Ciudad Habana en cuanto a viandas, frutas, y hortalizas, ronda las 1300 toneladas diarias, sin embargo, sólo se suministran entre 300, y 500, y el déficit está dado por las carencias de fertilizantes que ocasionaron bajos rendimientos, además, agregaron dificultades con el abastecimiento de combustible— ¡aunque adicionaron!—la expectativa de mejoras cuando reviente como un ciquitroque la cosecha de papas. En cuanto— ¿a por qué los frijoles brillan por su ausencia?— reiteraron la inconveniencia de la fertilización, pero también añadieron dificultades fito-sanitarias que expandieron algunas plagas, y despeñaron los rendimientos de 1,2 toneladas por hectárea, a 0,1, destapándose por ese conducto, el caso de los tomates, cuyos rendimientos igualmente mermaron desde 17 toneladas por hectáreas a sólo 7, sin embargo, un productor nos otorgó “esperanzas” con el suministro de plátanos, y aseguró que dicha provisión aumentará discretamente a partir del segundo semestre— por otra parte—el director de Mercados Agropecuarios en CH, contradijo la demanda capitalina, manejando en su intervención la cantidad de 800 toneladas, y alegó que son recibidas entre 390 y 400, no obstante, la provincia más poblada del país con 2.4 millones de habitantes (según las fuentes oficiales) ofertaría como máximo a cada ciudadano, casi 340 gramos de agro-alimentos, pero el suministro real es de 170 gramos, (valores no patentizados cuando atisbamos las tarimas vacías) aunque de la misma manera, debemos añadir al referido dilema, la inflación, (alza de los precios) cuya barrera limita un considerable por ciento de la población que no puede acceder a estos productos. Sin embargo—con estos guarismos—se descorchan interrogantes, en cuanto a las afirmaciones de los señores Adolfo Rodríguez Nodals (director del INIFAT, y agricultura urbana del MINAGRI), y Ulises Rosales Del Toro, (ministro del ramo) que han notificado ante las cámaras de Cubavisión que todo marcha bien y que la demanda de fertilizante químico es suplantada exitosamente con abono orgánico—pese a sus declaraciones—la ANAP manifestó que el material biológico aportado por las 3 millones de reses existentes en el país, sólo abonaría 150 mil de las 4 millones de hectáreas necesarias. Asimismo también me surgen dudas con el crecimiento agrícola de 4.5 % expuesto en el informe de la Asamblea Nacional, cuyo balance invita a preguntarnos— ¿Por qué los números no cuadran?— Entonces, zumban las aseveraciones del presidente y general de ejército Raúl Castro que calificó “la carestía alimentaria como un problema de seguridad nacional”, por consiguiente, se impone cuestionar:— ¿Por qué el estado compra video cámaras de vigilancia en vez de adquirir fertilizantes químicos?— ¿urge más, vigilar al pueblo que el reflujo de sus estómagos?

Chovinismo humanitario


Por: Pablo Méndez

Cuando el sismo de 7.2 grados en la escala Richter sacudió a Port-au-Prince, las imágenes de los telerreceptores proyectaron escombreras, incendios, cadáveres mutilados, pavor en los sobrevivientes, y un desconcertado presidente que posaba sus manos en la cabeza, y apenas articulaba palabras ante el cúmulo de reporteros que le atosigaban con preguntas, entretanto, los telespectadores sentíamos como propia, la angustia de miles y miles de haitianos atrapados bajos los derribos, y cuyas esperanzas estaba enmarcada en los contingentes de rescatistas que tocarían en las próximas horas el aeropuerto Toussain Louverture. Asimismo nuestros colaboradores, se concentraron en un hospital que resistió el furor del siniestro, y con prontitud acarrearon antisépticos, instrumental quirúrgico, y adecuándose a las condicionales dejadas por el desastre, prestaron auxilios a todas las victimas que lograron alcanzar el umbral de la policlínica—y únicamente cesó el laboreo—cuando irrumpió la noche, y los médicos quedaron a la merced de la oscuridad; el hedor de la muerte, las réplicas que hicieron trepidar las paredes, las exhalaciones de los moribundos, más el acecho de los saqueadores, y criminales que habían escapado por entre las resquebrajaduras de las prisiones.
Con posterioridad, los enviados de Cubavisión abordaron la zona de desastre y comenzaron a cubrir el trabajo de nuestros galenos, y seguidamente los cámaras empezaron a dislocarse por la ciudad, para enfocar las ruinas del palacio de gobierno; las escombreras, los cadáveres insepultos, el desorden, la anarquía, el hambre— ¡pero ipso facto!—las lentillas olvidaron los médicos, los pacientes, los damnificados, y sólo se dispusieron a cubrir las columnas de soldados norteamericanos que se desplegaban para establecer el orden, mientras tanto, un destacamento de cascos azules dispersaba a un grupo de haitianos que perturbaron el trasiego de la ayuda, y pronto los corresponsales notificaron que los represores fueron soldados norteamericanos. En el aeropuerto las operaciones debieron ser ajustadas por la intensidad del tráfico, sin embargo, las aeronaves no podían aterrizar por culpa de los norteamericanos. Los haitianos manifestaban tener hambre, pero los alimentos no llegaban por regulaciones de los norteamericanos. El gobierno haitiano no se pronunció al respecto— ¡y ya nuestros reporteros pregonaban una intervención norteamericana!—
Luego de agotarse el tema con los americanos, arremetieron con descargas de chovinismo, y sus embestidas se volcaron sobre un médico chileno que achicaron como un pendejo, puesto que por razones de seguridad, no pernoctaba en el hospital como lo hacían los corajudos cubanos. Del mismo modo, la CNN recibió una andanada de críticas tras identificar erróneamente a un galeno cubano como si fuera español, y por otra parte, los noticiarios de Cubavisión, apenas dieron cobertura a los salvamentos ejecutados por rescatistas y practicantes de otros países. Lo cierto es que la prensa acreditada en el lugar del siniestro hizo un flaco honor a ese slogan de: “Revolución es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad, y heroísmo”. Por tanto, reconozco que sentí orgullo de nuestros médicos—pero confieso—que me causó decepción y deseos de vomitar, la politiquería desplegada por los medios a costa del sufrimiento haitiano.

Y Jesús llegó con bata blanca


Por: Pablo Méndez

Tras exponerse a una ventisca Lucrecia sufrió un espasmo facial. Al instante, hijo y nuera no lo pensaron dos veces, con apuro la trasladaron al Instituto de Neurología localizado en las calles D y 29 del Vedado. Al llegar, franquearon la recepción y salieron a un corredor en cuya desembocadura se hallaba el cuerpo de urgencias, al irrumpir en el recinto se encontraron con un grupo de practicantes que saltaron de sus sillas para informarles que tal departamento estaba clausurado. A la sazón Lucrecia y familia quedaron pasmados y preguntaron: — ¿Cómo es posible qué no hayan médicos de guardia?—y los muchachos respondieron simple y llanamente—“porque no los hay”— (además, uno de ellos hizo un avioncito con la mano). Entonces Lucrecia se incomodó, al tiempo que su familia y los alumnos trataron de calmarla para que no se disparara su presión sanguínea, pero la paradoja de ver tantas pancartas anunciando el producto de la Salud Pública Cubana en franca competencia con las vallas de un estadio de fútbol, sólo le mostraba la realidad de una burda mentira y “pese a digerir la necesidad de pacotilla que tienen los galenos cubanos, los dirigentes debían tener en cuenta que nuestros hospitales no pueden quedar abandonados a la bartola”. Asimismo, tras el desahogo de la doliente, los practicantes les propusieron dirigirse al “Fajardo” recientemente remodelado, y ubicado en las cercanías—por cierto— también recomendaron sus servicios como si fuera el “Merci” de Nueva York. Efectivamente al desembarcar en el cuerpo de guardia, fue abordada por una caterva de estudiantes que pronto la acomodaron en un sillón de ruedas, y la trasladaron a lo largo de la estancia a ritmo de “a Bayamo en coche”. Seguidamente se presentó una doctora, y tras examinarla, impartió una conferencia magistral ilustrando la sintomatología con el semblante de la aquejada, y luego de concretar el diagnostico con su remisión para un neurólogo, también especificó que el turno para dicho experto será concedido para después de 10 días por falta de médicos. A la mañana siguiente Lucrecia partió para su Iglesia Cristiana movida por la necesidad de pedir auxilio al único que podía concedérsela “El Todopoderoso”. Al concluir el encuentro dominical, y mientras conversaba con algunos congregados resultó que dos concurrentes eran médicos fisiatras—y sin ambages— le propusieron aplicarle la terapéutica siempre y cuando, exista la previa valoración de un neurólogo, no obstante, Lucrecia les puso al corriente de sus esfuerzos y frustraciones para conseguir la referida asistencia, y otro hermano que también participaba de las pláticas les ofreció su automóvil, y se apiñaron en su interior para retornar al punto de partida—el frontis del Instituto de Neurología—Antes de abrir la portezuela tomaron sus manos para orar, y trascurridos unos instantes Lucrecia saltó del carro colmada de esa “Fe que mueve montañas” y franqueó el umbral de la clínica sin escuchar los: — ¡compañera!, ¡compañera!— que emitió la recepcionista. Irrumpió en el corredor, y vertiginosamente una bata blanca surgió desde una relumbra que centellaba desde lo profundo del pasillo, y sin poder distinguir el rostro del médico aún eclipsado por las brillas, le preguntó— ¿Usted trabaja aquí?— y él respondió con una sonrisa, mientras examinó su accidente facial, y Lucrecia le ponía al tanto de todas las vicisitudes acontecidas, recibiendo como respuesta la afirmación del déficit de médicos en la instalación—pero yendo al grano—le explicó que su dolencia se trataba en las primeras 48 horas con dexametasona, y el procedimiento propuesto por sus hermanos fisiatras era lo más recomendable para su caso, y luego de despedirse, el galeno fue tragado por el mismo resplandor que lo hizo aparecer.
Tan pronto Lucrecia conquistó los exteriores, elevó su mirada al cielo para exclamar— ¡gloria a Dios!— ¡Aleluya!—por cierto, hoy ya se encuentra recuperada.