lunes, 23 de noviembre de 2009

Bye, bye, Mel Por: Pablo Méndez



—Ahora que usted se encuentra en el pináculo de aceptación por su gestión presidencial, ¿por qué no convoca a un referéndum, y suprime ese artículo de la constitución que no le permite reelegirse?—Putin, chorreó con una mirada de acero fraguado en el KGB a la periodista, y sin rodeos contestó:
—Por un hombre, no se cambia la constitución de un país—
Pues efectivamente, aunque los científicos se esfuercen por demostrar que las diferencias raciales no existen y que tenemos espirales de ADN común con ese mono africano que inventó la herramienta. La verdadera diferencia consiste en la forma de pensar de los hombres, porque en América Latina, el comportamiento del individuo difiere mucho de los ejemplares euroasiáticos como el citado ex presidente ruso.
Y a Mel no le salió bien su intento de integrar la fauna populista como espécimen de Hoppy Cassidy, y muy a pesar de las advertencias hechas por el Parlamento; el Tribunal Supremo Electoral, la Procuraduría General, el Ministerio Público, y la Corte Suprema de Justicia, prosiguió desembalando boletas printed in Venezuela, para hacer la consulta popular y pisotear las leyes de la nación. Pero media docena de fusiles lo metieron en un jet y lo sacaron del país.
Luego vino el Muppet show de Managua con líderes empotrados en el poder, como el señor Raúl Castro que personificó un GULAG invalidado de elecciones democráticas desde hace 57 años, y por supuesto, también integró la cofradía el Vale Chávez una celebridad ex-golpista. Asimismo, hicieron acto de presencia los histriones de la OEA, Greemlins, Alliens, más cuanto bicho raro se personó para clamar la restitución del presidente Mel.
Pero en esta ocasión sucedió algo incongruente en el club de los gritones—Superman dejó a todos con la carabina al hombro—puesto que EE UU alineó con el equipo local, y los populistas no pudieron vilipendiarlo.
Entonces, tras varios intentos de perforación de las fronteras—incluido, aquel avionazo que dejó en ascuas a todos los televidentes—nuestro personaje ingresó a hurtadillas en el país, y se refugió en la embajada brasileña, para desde allí negociar su restitución al cargo.
Y yo pregunto: — ¿Con qué poder fue a la mesa de negociaciones?— ¿Con la inmoralidad de un presidente constitucional que abuzó del cargo?— ¿Acaso creyó que la burda injerencia en los asuntos internos de Honduras, más el embargo establecido por los países de la región, seria capaz de poner de rodillas al régimen de facto? — ¿Tenía apoyo de alguna facción castrense preparada para desatar una guerra civil?— ¿la nación estaba paralizada por una huelga general?—
Lo cierto es que Mel debió reconocer su metedura de pata, y reparar los daños causados por su desliz. Pero se abandonó a los consejos de la politiquería de la Habana y Caracas, y fue atrapado por un agujero negro que lo redujo a la insignificancia.
— ¡Bye, bye, Mel!—

lunes, 16 de noviembre de 2009

Los tambores de la guerra Por: Pablo Méndez



El Vale Chávez redobló tambores, porque los gringos se le mudaron pal franco izquierdo y eso le huele a intervención. Sin embargo, metió—cambio de palos pa rumba—cuando trastrocó el lenguaje guerrista por términos pacificadores, no vaya hacer que la entelequia del Libertador reaparezca por Miraflores, para jalonearle las orejas, y proferir a gritos:
— ¿Para qué fastidié mis pulmones desandando los Andes, y luché por una América unida? ¡Cacho é c….!
Pues este conflicto ha sido espoleado desde la Habana, por el influyente Fidel Castro que ha hecho reprochas a la instalación de siete bases norteamericanas en territorio colombiano, además de clasificar tal acuerdo de “portaviones para agredir Sudamérica”, cuyas argumentaciones salieron a la luz pública a través de un editorial de la serie “Reflexiones”.
— ¡Y lo más decepcionante de la leyenda!—Es que el citado comentarista no parece recordar que en tiempos pretéritos convirtió a Cuba en un municipio de Moscú, poblándola de campamentos del ejército rojo con misiles nucleares que colocaron a la humanidad al filo del holocausto—hecho que le endilgó la ficha de pirómano nuclear—Asimismo Cuba Socialista ya albergaba también una base norteamericana en Guantánamo, o sea, en tiempos de guerra fría, el Oso soviético y el Águila Imperial se hospedaron en la misma suite, y durmieron en la misma cama— ¡Algo increíble!—
Igualmente el referido ex-mandatario (capaz de aportar micro detalles a sus articularios), no hizo referencia a la lag top ocupada durante el ataque al campamento de las FARC emplazado en territorio ecuatoriano, en cuyo disco duro se alojaron los mega-bytes suficientes para tributar al gobierno de Uribe la relación de cómplices de las narco-guerrillas, incluso, los enemigos subrepticios de su nación.
Además cualquier individuo que se mame el dedo gordo del pie, y babee la almohada, podrá revelar sin muchos esfuerzos que EE UU una potencia militar de primer orden, capaz de pulverizar cualquier objetivo— ¡hasta en el cosmos!—no necesita de tales bases para espiar, y mucho menos para planear una invasión a los países sudamericanos.Por tanto—toda esa tiradera de mangos al ventilador—está motivada por la flaquencia de la ubre petrolera que continúa exprimiéndose sin poder destetar terneros del ALBA debido la trascendencia que acarrearía tal medida. Por ende—armar jaleo—le vendría de perillas para desviar la atención de los verdaderos problemas emanados de una política fracasada.

El temor de los jorocones Por: Pablo Méndez




El canciller cubano, exclamó: — ¡Cuba es una nación democrática!—y tal parafraseo resonó en el plenario de la Asamblea General, cuyo recinto en forma de inodoro invertido, sublima las peroratas excrementicias en vez de descargarlas en un tanque séptico.
No es de extrañar que tal show hiciera detonar aplausos—puesto que hoy por hoy—la ONU, la meca de la opinión pública internacional cuya misión es salvaguardar la paz, y los derechos humanos, es un asco, un desperdicio, por obra y gracia de un gremio de dictaduras.
—Y es tan risible la faramalla—Que el régimen cubano ha creado una imagen ilusoria de batas blancas que salvan vidas y curan desamparados ejercitando la generosidad, y el altruismo. Entretanto, priva a su pueblo de los derechos fundamentales como: la democracia, el pluralismo, la libre expresión, y una economía de mercado llamada a resolver sus penurias.
Anteayer, sus gorilas golpearon a varios colegas, entre ellos a Yoany Sánchez, una fémina de apenas 50 kg de peso, (todos integrantes de un comando bloguero que exponen a través del ciber espacio los indigestos del totalitarismo) —“cuya punible transgresión”—fue convocar una marcha por la no-violencia a lo largo de la calle G.
Entonces nos preguntamos— ¿a qué le temen los gorilas de las nieblas?—sienten miedo porque se exacerben los ánimos de un pueblo que marcharía cabizbajo endureciendo sus rostros. Creen que esta muchedumbre de machos y hembras acostumbrados a obedecer, puedan desatar un Tsunami asesino capaz de desenterrar cadáveres y arrastrarlos por las calles como hizo hace 76 años— ¿Qué le pasa a esos jorocones?—Tiemblan sólo de pensar que esa fuerza iracunda no podrá ser intimidada por sus tanques y francotiradores.
Señores, ténganlo por seguro, hoy, “nosotros” nos acostamos con hambre, pero “ellos”, se están cagando de miedo.

Un personaje inolvidable, a lo Reader´s Digest Por: Pablo Méndez

Murete donde algunos tertulianos nos sentamos a debatir temas candentes de la realidad cubana Saboteado en varias ocasiones con grafitis pro-gobiernos; vertimientos de basura, y derrames de aceite. Aquí conocimos a María Antonia.


María Antonia ya está con Dios. Y su entelequia reaparece en mi memoria apuntalada con el bastón que suplía el encorvado de sus piernas.
La conocí durante una escala que hizo, mientras tertuliábamos en un atardecer otoñal y confieso que tuvo el poder de cautivarnos de un solo flashazo puesto que transpiraba un chusco cubaneo capaz de magnetizar a cualquier oyente. Entretanto, con su voz de mezzosoprano ejecutaba un dialogo tan firme que por abrumadora mayoría ganó un escaño sobre las asperezas de nuestro paraninfo callejero.
Reconozco que disfruté el entablado de su conversación, y con frecuencia vuelvo a rebobinar sus narraciones para no olvidarlas. Un día se volvió de súbito, y me inquirió: — Pablo ¿Te acuerdas del americano que se orinó en la efigie de Martí?—Pues cuando viajé a New York para visitar a mi hermana, lo primero que hicimos fue subirnos al subway 1. Nos escurrimos por entre el tumultuario de pasajeros que se arremolinan en Battery Station. Después abordamos el ferry hasta Liberty Island. Al desembarcarnos en el muelle apuramos cinco Pepsi-Cola hasta ver el fondo de la botella, después trepamos las escaleras que se elevan por el interior de la Estatua de la Libertad, y cuando advertimos el primer recoveco nos agazapamos en él para subirnos las sayas, bajar las bragas, y soltar la meada más grande de nuestras vidas. Luego chocamos las palmas con un sonoro— ¡entra!— ¡ya estamos a mano con los americanos!— ¡Una, a una!— Aquel día me entusiasmaron sus vivencias, y me recompensó con un serpenteo turístico, por: Fort Clinton; Center Park, Empire State, Tiffany, Broadway, y Time Squard.
Era asidua oyente de Radio Progreso, le daba “cuero” a perpetuidad a Rosillo con las grabaciones de Pedro Vargas (de quien se consideraba una encarnizada fan), y muchas veces entonaba canciones integrando dúos con sus contemporáneos—para reflotar los años cincuenta—envueltos en una nostalgia tri-dimensionada con el tintineo de los Canada-dry tonic revueltos con Bacardy; el cimbrado de las escupideras, las bramadas del Marqués de Comillas entrando por el Morro, la magia de los lumínicos, cuyos colores policromaban calles repletadas de automóviles, más los transeúntes que curioseaban las vidrieras de los Ten Cents. Entonces, los luncheros rebanaron panes, los puestos de fritas despidieron el aroma de la mostaza, las victrolas mordieron discos para linchar el silencio con sus altavoces, y el cocinero del grupo dispuso de una cacerola de arroz con Frijoles Kirby, más un sazonado de “ropa vieja”, acompañado con varias botellas de Cristal, Hatuey, Polar, Materva, Royal Crown, y justo en ese instante un joven exclamó: — ¡ Ñooo puro! ¿Es verdad qué la Habana era así?—Y noto que la imagen de María Antonia, se vuelve a aneblar. La llamo pero no me responde. Me parece que la historia, la cubanía se me escapa, y regreso a la realidad tan pronto confirmo la veracidad de mis conversaciones con la pantalla del ordenador—como alega mi esposa— y sonrío, para resignarme a su despedida.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Nunca es tarde para responder Por: Pablo Méndez



Cuando los tanques repletados de rebeldes comprimieron las calles habaneras, Cuba tenía el cuarto nivel de vida en América Latina. Pertenecía al FMI. Producía una tonelada de azúcar y pastoreaba una cabeza de ganado por habitante. El alfabetismo era del 75%. Tenía más médicos por cada cien habitantes que sus vecinos americanos. Era el segundo país en la región que rodaba más automóviles. Se proyectaba instalar una electronuclear, y se navegaba hacia la primacía en la televisión a colores. Del mismo modo la telefonía trepó al peldaño 14 del mundo. Empinó rascacielos con la novedosa técnica del hormigón armado, y su agricultura progresaba a un ritmo tal que dos décadas antes en una asamblea constituyente se trató la súper producción de tomates como un escollo a superar. Además, también había injusticia social, flagelo que aún nos fustiga incluso a los países del primer mundo.
Pero al señor Barredo no le complacen esas retrotracciones de 50 años-memoria. Ahora torna su mirada hacia el futuro, y espolea desde el periódico Granma una cruzada contra el “paternalismo”, suerte de estado-paternal que musitando mimos nos quitó la leche cuando cumplimos los 7 años; racionó nuestros alimentos, eligió las cacerolas para cocinarlos, los electrodomésticos a utilizar, la televisión a ver, las noticias a escuchar, la ropa a vestir, el dinero a devengar, nos obligó a juzgar únicamente lo agradable a sus orejas— ¡y claro está!— si nos portamos bien, abrirá las puertas del redil cuando le venga en ganas.
Pero mi misión, no es tratar de aliviar las preocupaciones del citado periodista que intenta con su realismo mágico embutir de parches un sistema condenado a desaparecer. Es exponer lo que “nosotros” vemos, y “ellos” no quieren ver.
— ¡Señor Barredo, el socialismo no sirve!—. No lo digo yo, salió a luz pública cuando cayó el muro de Berlín, y nos mostró que aún había escombros por recoger de la última guerra mundial. Es ineficiente en grado extremo, va en contra de la naturaleza humana, y plagó a esas naciones de hambrunas; canibalismo, y millones de presos, más otros millones que recibían un sueldo por reprimirlos—Está probado que en tales menesteres malgastaban el dinero—No lo engaño. Es tal la deformación sufrida por esos pueblos que los analistas consideraron en base a la infraestructura, y el nivel educacional heredados del colectivismo marxista que sus respuestas a una economía próspera sólo tardaría 5 años— ¡y se equivocaron!—ha superado los 15— ¡Ah!—y no incluya en este ajiaco al socialismo Chino. Todos sabemos que sus manos están fuera de Hong-Kong, donde se multiplican los millonarios por kilómetros de franja meridional. Ese engendro debemos buscarlo al norte, a miles de millas de Shanghái, allá en la Manchuria, donde están las fábricas procesadoras de ineficiencia y la agricultura de corte feudal.
Y como cubano angustiado por la parábola socialista, le reprocho a nuestro padre sus buenas intenciones de darnos educación y salud gratuita para prolongar nuestras vidas. Porque sólo ha servido para engastarnos en su doctrina y estrellar nuestro futuro contra las paredes de las pocilgas que utilizamos como hogar.
Pero si al señor Barredo le molesta el desenfreno de mi catarsis de victimado. Le propongo un—by pass— permítame hacer una referencia al libro quinto del antiguo testamento, para buscar en Deuteronomio, capitulo 28, los versículos donde se describen las maldiciones dirigidas a los que destapan la ira de Dios:
17—Maldito será tu granero y maldita serán tus reservas de frutas. 18—Maldito el fruto de tus tierras, los partos de tus vacas, y las crías de tus ovejas. 22—Dios te castigará con tuberculosis, fiebre, inflamación, y roya de trigo que te perseguirán hasta que mueras. 30—Edificaras una casa y no la podrás habitar. Plantarás una viña y no podrás comer sus uvas. 31—Tu buey será sacrificado delante de ti, y no comerás de él. Ante tus ojos se robarán tu asno y no te lo devolverán. Tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie saldrá en tu defensa. 32—Tus hijos y tus hijas serán entregados a pueblos extranjeros y te enfermarás de tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada. 33—El fruto de tus campos, todos tus esfuerzos los comerá un pueblo extranjero que no conoces y tú serás un explotado y un oprimido toda la vida. 38—Echaras en tus campos mucha semilla y será muy poco lo que coseches, porque la langosta lo devorará. 39—Plantaras una viña y la cultivarás, pero no beberás vino ni comerás uvas porque los gusanos la roerán. 40—Tendrás olivos por todo tu territorio pero no te darán siquiera aceite con que ungirte, porque las aceitunas caerán de sus ramajes y se pudrirán. 43—El forastero que vive contigo se enriquecerá acosta tuya, y tú serás más pobre. 44—Él te prestará, y tú tendrás que pedir prestado, él siempre estará a la cabeza y tú a la cola.
Señores yo no soy religioso. Pero cuando salgo a la calle y observo la depauperación de mi país. Elevo la mirada al cielo, y exclamo:
— ¡Sé que estás ahí Dios, lo sé!—

Buscando satisfacción teatral Por: Pablo Méndez




Por mi devoción a Shakespeare le estuve cazando la pelea a la proyección de El Rey Lear de Kozintsev. Pero la sala de video del Charlot está en remodelación, y se me escapó ese “enano” a matar desde la década del 80.
Podría quemar esa pasión franqueando la puerta de cualquier teatro, sentarme en su platea, mirar con nostalgia su proscenio y transmutarlo a un páramo mágico que en tiempos pretéritos poblé cegado por la furia de los cenitales—Para desde él—retrotraerme a esos años, cuando exporté sentimientos al público engastándome en personajes que me obligaron a incorporar otra psicología encadenada por un envoltorio de conflictos, y trasladada a otra contextura. Con pasión oprimiría la mano de mi esposa—también actriz, las bambalinas nos unieron—y juntos traspiraríamos bajo el irradiado de luces un sentido de realidad capaz de hacernos inhalar nuevamente el polvo de los telones, el aromático dulzor de los camerinos, el acre olor del vestuario que se edulcora con maquillaje, y entre actos, acariciaríamos la ramita de ciprés tomada por ella de un pequeño boscaje que custodia la tumba de Sir Chaplin—nuestro actor preferido—allá en la Federación Suiza, cuando viajó a exponer el arte cubano como integrante de una embajada teatral.
Sin embargo, tal deleite se ha esfumado— Señores, yo no soy puritano, ¡pero quiero ver teatro!— ¿Cuál es la razón por la que tenemos que espantarnos un show de stripper en una sala teatral? Además mi esposa no tiene porque tolerar que yo fisgonee las trompas de Falopio a una actriz que levanta la pierna. Ni yo admitiría que ella dimensione con cinta métrica el miembro de un actor. Tal experiencia la sufrimos en la puesta “La Celestina”, exhibida en el Trianón hace algunos años. Recuerdo que al concluir el primer acto le comenté: — ¡Vámonos pal c…. que en cualquier momento nos meten un cañonazo de esperma en la cabeza!— Por cierto reconozco que la puesta de Carlos Díaz fue excelente, sus actuaciones impecables, pero no me cuadraron el morbo y el público personado en la sala, por ende, esperaremos con paciencia que difundan los clubes Go-Go en Cuba para retornar a las lunetas—Una cosa es parodiar un híbrido de verbo retortijado Grotowsky, y otra el relajo—
Ahora nos refugiamos en el Gran Teatro de La Habana, donde por cierto se acaba de presentar “La corte del Faraón”, opereta de Vicente Lledó, cuya dirección artística y puesta en escena corrió a cargo del experimentado Humberto Lara, trama refrescada con ráfagas de “morcillas” de la cotidianeidad (algo corriente en el género, donde también el director orquestal participa como un actor más). Y tras un impactante estreno pudo repletar con varios telonazos la espaciosa sala (algo sólo visto cuando irrumpe el Ballet Nacional de Cuba), envolviendo en su proceso un conjunto de voces impostadas con blancas, desarrollo actoral, diseños de buen gusto, y con ello, también la resurrección del teatro Lirico, ahora trasfundido con jóvenes figuras de la escuela de canto lírico, que pronto hará antesala al mismo nivel de calidad disfrutado en épocas lejanas. También debo mencionar la excelencia de los serafines de la coral, y el desempeño del ballet de Lizt Alfonso que acaparó prolongados aplausos por su indispensable exhibición.Y antes de cerrar el link, quiero dirigirme a los chicos de la UCI que nos monitorean por internet. Les recomiendo hacer una visita al Gran Teatro. Puedo a asegurarles de antemano, el disfrute de esta manifestación poco difundida en nuestros medios. Además, podrán juzgar, y al mismo tiempo hacer un crítico paralelismo con el rap, y el reggaetón—Se lo aconsejo como si fueran mis hijos—

lunes, 2 de noviembre de 2009

¡Cayó el telón! Por: Pablo Méndez




Retornó a la palestra de Naciones Unidas el diferendo por el embargo económico entre las administraciones estadounidenses y cubanas —y como ya es tradicional—los votos se volcaron a favor de la isla caribeña.
Y reitero desacuerdo a nivel de gobiernos, amparado en los siguientes argumentos: — ¿Cree atrayente para los cubanos que granjeros americanos vendan carne de bobino al régimen, para que este la expenda a 22 dólares el kg y no podamos adquirirla porque el precio es superior a nuestro salario mensual?— ¿Acaso interesaría a cualquier paisano la entrada de cruceros repletados de turistas norteamericanos en nuestros puertos, cuando las utilidades van a parar a los bolsillos del estado y nosotros seguiremos devengando por cada hora 7 céntimos de dólar?—¡Ah, y ni siquiera soñar con tener una camioneta Ford!—porque éstas sólo serán asignadas a los integrantes de la nomenklatura partidista.
Los cubanos demandan con más urgencia, el derecho a viajar adonde les plazca sin dar cuentas a nadie, expresarse libremente. Tener acceso a la prensa libre para informarse. Elegir a sus dirigentes en un clima democrático y pluralista. Además necesitan dar riendas sueltas a su capacidad individual en un ambiente de economía de mercado que proporcione bienestar a su pueblo—Sin embargo—las únicas murallas que bloquean tales aspiraciones son erigidas por el gobierno del caimán antillano.
Estoy seguro que si en la Asamblea General hubiera un político sagaz y sin pelos en la lengua. Tras concluir la intervención del señor Rodríguez le hubiera preguntado:
— ¿Es tan malo el comunismo cubano que necesita de las bondades económicas, y la tecnología del imperialismo, para dar de comer a su pueblo, y edificar una sociedad próspera?—
Pero esta pregunta ni siquiera perturbaría la percepción de los representantes en el citado organismo mundial que pulsaron botones para librarse del embrollo acontecido todos los años, y a la misma hora, en el rectángulo de New York.
El canciller acogiéndose a su derecho de réplica, llamó nuevamente a un dialogo—de tú a tú—entre las administraciones litigantes. A mi entender algo inverosímil hasta para una comedia de absurdos. No obstante pese a los resultados que puedan derivarse de tales encuentros—ya anunciados en cartelera—estos carecerían de valor si el pueblo no es consultado mediante un referéndum nacional, ya que él, y sólo él, ha sufrido los embates del embargo, más el bloqueo totalitario. Señores, es hora de tomar conciencia. Cuba está dividida en dos bandos: “nosotros” y “ellos”.

Camilo en la Plaza Por: Pablo Méndez




El monumento necesitó de 120 metros cúbicos de hormigón armado, suficientes para la techumbre de diez casas. Decenas de toneladas de acero estructurar galvanizado, que requiere también de un recubrimiento especial para alargar su vida útil, más el trabajo de varias brigadas constructoras que laboraron día y noche, auxiliados por grúas, para conformar un apantallado de 9 pisos de altura, donde se arriostró la imagen de Camilo labrada en acero por el artista plástico Enrique Ávila, también autor de la vecina escultura del Ché.
Lo cierto que este homenaje al “Señor de la vanguardia” arriba en momentos en que el oficialismo hace un llamado al ahorro en todos los sectores, principalmente en el energético, inclusive en el sector agrícola, donde se exhorta a utilizar el tiro animal en sus labores para emplear la menor cantidad de combustibles en el proceso, debido a los embates de la crisis económica, y a severos problemas alimentarios, cuyas secuelas también suman la eliminación de comedores obreros en algunos organismos administrativos, al tiempo que resuenan los ecos de eliminar la canasta básica, (conjunto de alimentos subsidiados, y garantes a los cubanos de mínimos parámetros nutricionales exigidos por la FAO).
El homenaje por el 50 aniversario de la desaparición de Camilo, también incluyó la inauguración de un memorial en Yaguajay donde fueron inhumados los restos de los combatientes del frente norte de Las Villas, y fue presidido por el general de ejército Raúl Castro, actual presidente de la nación.
Sin embargo, paradójicamente hace dos años se conmemoraron 50 años del asalto al Palacio Presidencial, y Radio Reloj por un comando del Directorio Revolucionario (para muchos la acción más intrépida entre 1953—1959, y que de haberse consumado su éxito, hubiera despojado de protagonismo al movimiento 26 de julio liderado por Fidel). Sin embargo, tales honras no alcanzaron los relieves de otras conmemoraciones. Entretanto, en el mausoleo donde descansan los restos de estos combatientes; hay suciedades en la superficie, la jardinería está descuidada, y su bandera se decoloró además de deshilacharse.
Muchos cubanos están de acuerdo en homenajear a Camilo—pero luego de multiplicar sus imágenes— deberíamos desentrañar el enigma de su desaparición, ahora que los especialistas pueden auxiliarse con novedosas técnicas para encontrar barcos hundidos hace siglos. Opinamos que sería realizable rastrear la trayectoria del jet que lo regresaba a La Habana en el momento del siniestro, y sacar a la luz pública los últimos instantes del fatal desenlace que ha dado lugar a múltiples conjeturas.

El vaselinazo Por: Pablo Méndez




El usuario reclamó la bolsa de compra. La cajera le informó que no había. El hombre insistió. La chica miró las botoneras de la maquina buscando una tecla que mandara a freír tusas, no la halló, se volvió al cliente, sonrió, y reiteró un:
—No tenemos señor—
—Pero en la televisión dijeron que los almacenes del CIMEX estaban repletos de bolsas…—
—…Pues mintieron señor…Ahora, si usted es tan amable, ¿me permite continuar atendiendo a otros consumidores?—
La chica, empuño nuevamente el scanner, mientras el parroquiano acondicionó sus compras entre los brazos. Refunfuñó, franqueó la puerta y se esfumó por las travesías.
Bien señores, en Cuba el periodismo social se practica bajo una balacera de quejas, y varios espacios, tanto televisivos como radiales y de la prensa escrita, dedican espacios a recopilar tales clamores, al tiempo de emplazar a las instituciones responsables a dar respuestas por las transgresiones administrativas, o inconvenientes causados a los afectados.
En el diario oficialista Juventud Rebelde, existe una columna, llamada “Acuse de Recibo”, donde el periodista José Alejandro Rodríguez expone varios epistolarios de quejicosos ciudadanos, y en ellas podemos enterarnos, por ejemplo:
De la inquietud de un médico internacionalista que envió un paquete desde Timor Leste—hace nueve meses—y aún no ha tocado la puerta de su casa. También surgen reclamos por helados Nestlé con sabor a rayo; salideros albañales, shopping sin jabas, fosas desbordadas, electrodomésticos defectuosos, irregularidades con viviendas, — ¡Ah!— y el caso de un individuo que en 1994 despachó desde Oriente, vía ferrocarril, (un televisor manufacturado en la URSS) modelo Krin 208, y tal reliquia aún no ha llegado a su destino.
Asimismo la pantalla chica también aporta una buena tajada, y citamos el espacio “Papelitos hablan” del canal Habana, donde irrumpió un humorista trasmutado en colérico ciudadano, aquejado por una inconclusa demolición que ha provocado el vertimiento de basuras, y a su vez, la proliferación de ratas y otros vectores, cuyo abandono por parte del gobierno municipal ha causando inquietudes en hogares colindantes.
Además en otros noticiarios se exponen algunos reportajes donde las personas en un mar de contradicciones exponen sus criterios ante los micrófonos de los periodistas luego de introducirse mejoras en la ciudad. Por ejemplo: Un anciano fue abordado por un corresponsal que pretendía obtener un juicio favorable por el incremento de los ómnibus urbanos, y el abuelo le contestó: —No me pregunte a mí. Vaya a la “cola” que llevan media hora esperando un P-5—
También encontré un personaje aficionado a los discursos patrióticos, y descargas verbales, convertido en asiduo oyente del programa “Hablando Claro”, que me comentó su ansiedad por escuchar el desencadenamiento de una controversia espoleada por una misiva que envió—y a pesar de mis ruegos—insistió en citarme una de sus frases: — ¡“Parece mentira compañeros!, que en la patria de Martí. La tierra regada con la sangre generosa de tantos patriotas insignes, nos vendan el aguacate a 15 pesos, y la cabeza de ajo a 5…—
Amén de las fervorosas alocuciones. Considero que las respuestas ofrecidas a la población continuarán enchumbadas con bastante vaselina justificativa.

Jardín Por:Pablo Méndez




El mar se introducía por las grietas, y resonaba un gluc, gluc que asustaba a la niña Bárbara. Asimismo el jardín se poblaba de mariposas; los pinzones ascendían por entre las ramas, las torcazas se posaban en su hombro, las hormigas acarreaban cadáveres de grillos, las lagartijas corrían por doquier. Al caer chaparrones las aguas circulaban por los senderos y se imponía cruzar sobre puentes. Podía avistarse la bandera de un castillo elevado sobre un promontorio, y algunas veces, el jardín se volvía malo y atacaba con sus raíces las cimentaciones del palacete, encajándose en el hormigón para invadir las cabillas o hacer saltar los revoques de las paredes…
Dulce María Loynaz—laureada con el Cervantes—describía así su Jardín novelesco, en cuyas paginas trasmutó sus vivencias pueriles a su alter ego Bárbara, la niña de nombre rígido que en la adultez retornó al santuario para hallar sólo ruinas embebidas entre los ramajes.
Los sobrevivientes de la familia Sañudo, rama materna de Dulce María, decidieron asentarse en esta hectárea tras ser victimados por ladrones en su mansión del Cerro, acontecimiento que conmovió la opinión pública de la época. Dicha estirpe de abolengo a su vez propietaria de cuantiosos bienes y raíces, erigieron el proyecto del inmueble, procurando que los accesos a sus habitaciones fueran precedidos por las moradas de su servidumbre a manera de resguardo contra las arremetidas de los delincuentes. Pronto sus predios se multiplicaron con otras edificaciones al tiempo de comenzar a urbanizarse la barriada del Vedado en 1902, y en ese páramo costero repletado con exuberante floresta, corretearon Dulce María, y sus tres hermanos.
Del mismo modo en 1930 revoloteaban los pinzones tras ser espantados por las carcajadas de Federico García Lorca después de alojarse en la estancia como huésped de los Loynaz, Entretanto en sus aposentos, el intelectual mártir otorgó vida con su estilográfica a sus creaciones de Yerma y El Público.
Años más tarde, estrechaban sus manos por entre las ensortijas de las verjas, Dulce María y Pablo Álvarez de Cañas, la noche cuando ella franqueó la avenida, descolgó el auricular del traga monedas, y le preguntó: ¿aún te quieres casar conmigo? Pablo, (inmortalizado en la novela Fe de Vida) se chifló de amor por ella, tras leer una nota de la poetisa enviada a un amigo que fungía como director de una revista donde publicaban sus artículos. Aquel romance no correspondido, a causa de hallarse Dulce María casada con su primo Enrique de Quesada y Loynaz, se dilató por varios años, pero los encuentros y diálogos narrados en la novela sólo podrían ser comparables con escenas shespereanas.
Tras contraer nupcias, Dulce María abandonó la estancia para trasladarse a la casa de Pablo ubicada en calles E y 19, donde moró hasta su muerte en 1997, Mientras tanto, el resto de su familia continuó habitando la quinta, y fueron muriendo hasta que el ultimo de ellos, Carlos Manuel, (le llamaban el loco) falleció, y la servidumbre se mantuvo ocupando la instalación, al tiempo que otros individuos siguieron poblándola hasta convertirla en una ciudadela.
Hoy por hoy, la antigua mansión da cobijo a un total de 42 personas repartidas en 17 núcleos que desafían la potencial caída de las techumbres sobre sus cabezas. Los jardines se han convertido en herbazales, algunas cercas dividen dominios, y sus muros perimetrales se inclinan con peligro de desplome.
Me comentaba un amigo, en el momento de fotografiar los contornos del conjunto arquitectónico, que si remozaran este lugar, de seguro sería el mejor sitio para emplazar la sede de la UNEAC—Y le otorgo la razón—Si el Jardín amado de Dulce María recobrara su savia, mas su impronta cultural, exacerbarían las imaginas creativas de nuestros artistas al circular por sus vergeles. Tal vez elucubrarían los ojos de Oppiano Licario dislocándose por entre los matojos repletos de lagartijas amarillas como lo hubiera narrado Lezama, o quizás, Electra Garrigó degustaría una fruta bomba tomada de sus plantíos como lo concibió en su obra el dramaturgo Virgilio Piñera—Quién sabe—Lo cierto es que en la actualidad, la sede de nuestros intelectuales ocupa un caserón de la misma barriada cuyo propietario se ahorcó cuando el gobierno revolucionario expropió sus bienes. Además, en el tablado de su teatro el poeta Heberto Padilla aterrado por la seguridad del estado fue forzado a retractarse de sus ideales frente a las atónitas miradas de sus colegas.
Si en alguna ocasión te hallaras en las inmediaciones de la calle Línea y 14, te invito a recorrer el perímetro de hectárea donde se asentó el Jardín. Estoy convencido que reflexionaras con justeza.

Fotos de la casa de los Loynaz en Línea y 14




































Revolución versus time to change Por: Pablo Méndez




El concierto coincidió con el ochenta aniversario de la vieja. Toda la familia se apretujó ante el televisor. La primera botella de Havana Club cedió paso a la otra. La prole entonó el “Felicidades en tu día”. Mi viejuca apagó las velas con un extinguidor de CO2 (ella es muy escrupulosa, y con el soplado de tantas velas temía lanzarle un escupitajo al cake), y en la praxis, limpiamos con la lengua los platillos rebosantes de pastel, ensalada, y croquetas de bajo calibre.
Las estrellas del concierto “Paz sin fronteras” desfilaron por el proscenio y Olga Tañón tras derrochar torrentes de carisma, soltó riendas a su catarsis para gritar en spanglish: — ¡Is time to change!—Al instante mi madre se volvió para preguntarme— ¿Qué dijo?— le respondí— Viva la revolución—y repostó el chiste con otra exclamación de: — ¡Coño, que raro sonó! —, al tiempo que atronaron las carcajadas de los presentes con tanta espontaneidad—que reflexioné—porque amén de la jodedera, también descubrí que en vez de contradicciones había ciertas similitudes en dichas expresiones.
Tras el último trompetazo del concierto, le di un besote a mi madre, y me ajusté a las bondades de la línea recta para franquear el centro de la plaza y retornar a mi casa. Entretanto observé como la reluctancia del color blanco aún predominaba sobre la superficie de aquella explanada donde millares de bolsas de compras, y pomos plásticos, revoloteaban estimuladas por el viento. Sin embargo, mientras caminaba brotaron a mis pies incontables cadáveres de arañas peludas que yacían sobre el asfalto como víctimas colaterales del lance cultural.
El lunes me desperté temprano para escribir, me desayuné con café light, y como una rutina establecida por Monterroso, miré hacia la butaca y comprobé como el dinosaurio seguía sentado ahí. Entonces busqué los espacios abiertos de la calle por donde detonaban discursos y polémicas sobre el evento, y tuve la oportunidad de intervenir en algunos de ellos. Más tarde enchufé el TV, y a los pocos segundos Juan Formell (nuestro ícono de la adicción) asomó a través de un spot oficialista para balbucearnos en nuestras caras— ¡se hizo, se hizo!—
Tan pronto comenzaron a llegar informaciones desde la rivera miamense, pude acaparar un video del canal Mega, donde irrumpieron María Elvira y otros colegas para asegurar que Juanes fue el primero en exclamar en la plaza de la revolución —¡Libertad!, ¡Una sola familia cubana!, y ¡Viva Cuba libre!—, (lo cierto, es que yo ignoraba ese record del conocido eslogan de nuestros mambises), y en el decurso del programa, Fernando Del Rincón, (enviado especial de dicho canal) me cruzó, cuando delineó el perfil psicológico del cubano en tan sólo cinco horas—¡incluso!—encontró muchachos que ignoraban la existencia de Juanes, y Bosé. Supongo que no se halla topado con los mismos jodedores, que allá en Bariay, quisieron tomarme el pelo cuando pregunté: ¿dónde desembarcó Colón?, y me devolvieron un: ¿quién es él?
Bueno, entonces decidí husmear el DRAE por la comezón del día anterior, y encontré que la palabra “Revolución” esta asociada, entre otros conceptos, al cambio radical en instituciones políticas, económicas, y sociales de una nación, sin embargo, la palabra “Cambio” en su repertorio, es identificada más bien, para trueques de monedas, cambios de velocidad, etc. — ¡Muy señores míos! No quisiera imaginarme lo que hubiera sucedido si Olga Tañón hubiera sentenciado ante el publico comprimido en la plaza— ¡Is time to revolution!— ¡Bueno de entrada les aseguro que sus discos en vez de ser chapurreados con cilindro, los hubieran reventado con bombazos nucleares!
Tras la revelación, me embullé y busqué la palabra “Paz” y halle como término más ajustable a los propósitos del señor Juanes: El de sosiego y buena correspondencia de unas personas con otras, especialmente entre familias.
Empuñé mi cepillo dental, me incliné ante el espejo del baño donde asomó un tarajallú que se parecía a mi, y le pregunté—Chico, ¿cuál fue el logro de Paz sin fronteras?—y me sorprendí cuando el tipo me respondió— ¡Qué logro ni que ocho cuartos! Si las imágenes brotadas desde el otro ventrículo de la familia cubana fue de injurias, destrucción de discos en las calles, confrontaciones televisivas, y aseguraría que el señor Castro, (el principal culpable de este desmenuzamiento familiar), estaría desternillándose de la risa, y disfrutando del show, mientras exclamaría a sus acólitos:— ¡Miren como los tengo, fajaos como perros y gatos!— A la sazón, acepté el enfoque del intruso, elevé el pulgar para manifestárselo, y el tipo asumiendo la confianza que nadie le otorgó, usó mi dentífrico para cepillarse la boca.
A mí entender, y discrepando de la opinión del ente reflejado en el azogue. El concierto aportó sus pros, y contras, como todas las creaciones donde se involucra la mano del hombre. Y citaría como positivas: El lanzamiento al estrellato mundial de la talentosa Cucu Diamante. También agrego la prolongación por más de 30 segundos (nuevo record olímpico) de la congresista Ileana Ross en la pantalla de Cubavisión. Y además, embuto en el referido ajiaco, a nuestra juventud—que en proporción de 9 a 10—ansían emigrar para lograr un futuro más decoroso, y en esta ocasión, saboreó el derribo de rejas para procurarse mejor situación.
Los contras, están circunscritos a las finadas arañas peludas, y aprovecho la ocasión para denunciar a los organizadores del evento ante las sociedades de protección animal por la matanza de tales alimañas. Y también sugiero a las personas que desbocaron sus pasiones aplastando discos en la calle 8, que su conducta, sólo descorrió una imagen asociada al totalitarismo—memoricemos las quemas de libros en las calles berlinesas—y creo que con tales desenfrenos, están serviciando más a la dictadura, que exponiendo sus razones.
Y para concluir, cito que el gobierno cubano se libró de— ¡tremendo papelazo!—gracias a no surgir un gilipollas que regara “la bola” de encontrarse fondeada en el malecón una flotilla de embarcaciones con destino a Miami—porque de seguro—el trío de Juanes, Bosé y Tañón se hubieran quedado sin público, mientras Formell, hubiera asomado para balbucear — ¡Se escaparon, se escaparon!—