lunes, 19 de julio de 2010

Resurrección


Por. Pablo Méndez

Primero apareció por el CENIC, después irrumpió en el Centro de Investigaciones para la Economía Mundial del CITMA, luego le brindaron un espectáculo con delfines entrenados en el Acuario Nacional, y posteriormente se reunió con los embajadores cubanos que asisten a la rutinaria reunión cuatrienal en la sede central del MINREX. Asimismo, Fidel ha comenzado a remontar los confines de la Habana acompañado de guardaespaldas camuflados con monos deportivos.
¿Cuál es el mensaje de tales maniobras?—según la vox pópuli— ¡Estoy aquí, listo para ocupar mi lugar y hacerlos regresar a la época del terror!—Sin embargo, por mi parte considero que estamos ante una artimaña más de los hermanos Castro, cuya combinación hace representar al primero, la mano dura, y al segundo, el disyuntor que desliga las tensiones, recordemos que algo parecido aconteció en el año 1994 cuando la intifada conocida por “Maleconazo”, cuya revuelta provocó el desboque de un paquete de reformas que Fidel se había negado a conceder—y para no contrariar su posición—abordó su IL-62M y despegó rumbo a Sudamérica con el fin de cumplimentar invitaciones protocolares. Entretanto, Raúl asumió el rol de enfrentar la línea recalcitrante del Partido para cuestionarles a boca de jarro: — ¿Qué proponen ustedes...? ¿Sacar los tanques para la calle?—
Del mismo modo, Fidel hace notar su presencia sin referirse a los acuciantes problemas internos de la nación que a fin de cuentas urgen más que sus profecías sobre la proximidad del Apocalipsis que proclama en sus articularios conocidos por “Reflexiones”, en cuyas parrafadas machaca con constancia los riesgos de la contaminación ambiental, o el estallido de las tensiones en torno a Irán, y Corea del Norte, sin embargo, mientras recorre la capital, su hermano Raúl se congrega a puertas cerradas en la Sala Universal de las FAR, con la casta más contumaz del Partido Comunista para ejercer su oficio de exponerles detalladamente (luego mediante la técnica de las video cámaras se hará extensivo a toda la militancia)—la prudencial salida—de levantar las penas carcelarias a un grupo de 52 reclusos de conciencia de la “Primavera Negra del 2003” tras las huelgas de hambre, del finado Orlando Zapata, Guillermo Fariñas, y el peregrinar de las Damas de Blanco. Pese a ello, considero—¡claro!—por vía de la lógica que dentro del ámbito de la reunión también se revelaran los agobiantes problemas de la corrupción en los organismos de la administración central del estado, y la incapacidad de producir riqueza, cuyos flagelos son consecuencia de las suturas y parches hilvanados por el régimen para sobrevivir tras el desplome del muro berlinés, además, del mismo modo debe resurgir la extrema dependencia económica de la nación caribeña que hoy por hoy está obligada a importar el 80% de su volumen alimentario—e incluir entre otras cosas—el peligro a una contracción del oleoducto venezolano puesto que el “Vale Chávez” aún no ha logrado consolidar su dictadura en el poder, y en consecuencia tales inconvenientes, unidos a las condiciones objetivas y subjetivas dadas por la miseria que carcome a las masas más humildes de la población, les obliga a otorgar “prioridad Nº1” a la liquidación de forma “inteligente” de esos focos opositores que ya han acaparado simpatías entre la población pedestre, y que por vía de hechos—si no les atajan a tiempo, y les permiten ajustar sus clavijas—pueden hacer detonar estallidos sociales con el consabido riesgo de hacerse irreversibles.
No obstante, Fidel vuelve a exhibir su anatomía con un rostro más poblado de carnes, un mejor color impregnado a su piel; y aunque balbucee, muestre lentitud a la hora de responder, vista de civil con una camisa a cuadros, o exteriorice su reverendísimo deseo de salir a la calle en calzoncillos, continuará siendo el ícono revolucionario con grados de comandante en jefe—y sobre todo—el discípulo aventajado de Nicolás Maquiavelo dispuesto a mostrar su crueldad cuando las circunstancias lo demanden.
El hecho de que considere o no, revocar su jubilación si los eventos por venir así lo precisan, no sería nada extraño. Recordemos a Mao Tsé-tung, cuando regresó a Beijing con los guardias Rojos y “acabó con las quintas y con los mangos”.

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