lunes, 1 de noviembre de 2010

Machacan el tema del embargo


Por: Pablo Méndez Piña

Por decimonovena ocasión, Cuba vuelve a inculpar a EE UU en la Asamblea General de la ONU por mantener el “bloqueo económico”, sin embargo, no se ha cuantificado una sola muerte por hambre a consecuencia de tal sanción—incluso—un alto porciento de los comestibles consumidos por los cubanos exhiben la pegatina “Made in USA”.
Asimismo, el régimen de la Habana a través de su canciller Bruno Rodríguez, no manifestó ningún interés por los números que colocan a EE UU como 5º socio comercial de la isla, y alega entre otros términos, su negativa a vender tecnología de punta en la rama médica, también denunció la extra-territorialidad de la citada sanción, y sentenció como inconveniente la prohibición de que turistas estadounidenses viajen a la isla—para que en situ—observen las realidades del proceso cubano, entretanto, el embajador norteamericano argumentó que dicho dilema es un diferendo bilateral, a lo que el canciller replicó fundamentándose en el concepto de “genocidio” para transfigurarlo en controversia populista, que tras ser sometida a votación, arrojó un resultado de 187 votos a favor, 2 en contra, y 3 abstenciones.
Pese a ello, a 2000 kilómetros al suroeste de New York y por los recovecos de La Habana, la vox pópuli—apoyándose en la praxis—formula una chorreada de interrogantes tales como:—¿por qué no hay frijoles?—¿por qué no hay café?—¿por qué de 162 centrales que habían en el país sólo quedan 36?—¿por qué la construcción de un edificio multifamiliar se tarda hasta 20 años?—¿por qué los hospitales están sucios, y la atención no es la óptima?—¿por qué los escolares no aprenden en las escuelas?—¿por qué la transportación es mala?—¿por qué la ganadería es un desastre?—¿por qué despedirán a un millón y medio de trabajadores, si la carta magna socialista alega que está garantizada una economía sin crisis?—¿por qué importamos el 80% de los alimentos?—¿por qué el trabajador medio gana menos de 8 céntimos de USD por hora?—¿y por qué culpan al “bloqueo” del descalabro económico, si la miseria sufrida es el resultado de una mala gobernabilidad?—
Del mismo modo, ante las catástrofes naturales, el régimen cubano se ha proyectado como víctima insólita, negando encarecidamente la evaluación de daños por parte de las comisiones estadounidenses para materializar el suministro de ayuda directa a los damnificados—por tanto—con dicha actitud, la gubernatura sólo exterioriza el temor a ser destronada como benefactora, puesto que resulta incuestionable que los cubanos reaccionaran positivamente ante las donaciones norteamericanas—¡por cierto!—entre bambalinas se impone la reluctancia de la jerarquía partidista a tolerar el monitoreo de la SINA en el caso de que se adquiriera novedosas técnicas en la rama de la medicina, puesto que EE UU estipula que sólo suministrará las mencionadas “tecnologías de punta” para que beneficien al pueblo, y no para el uso exclusivo; del turismo internacional, la nomenklatura, o los dirigentes políticos.
Lo cierto es que el embargo, o “bloqueo” (en su versión apocalíptica), hoy por hoy, representa la alambrada que demarca el diferendo entre EE UU, y Cuba, no obstante, tal enfrentamiento no es más que la culminación del proyecto de tesis elaborado por Fidel Castro desde los días de la Sierra Maestra, para influir en la opinión pública mundial a través del dramatizado en los escenarios internacionales del pasaje bíblico de David desafiando a Goliat.
Del mismo modo, no son pocos los que vislumbran al embargo norteamericano como una política obsoleta, cuyo resultado adjunta una formidable justificación al régimen para perpetuarse en el poder, al tiempo que opiniones a contracorriente también cuestionan que si EE UU levanta el “bloqueo” de forma incondicional—¿qué pasará entonces?—con las bayonetas; los piquetes de fusilamientos, las cárceles, las turbas de respuesta rápida, la falta de libertad de expresión, las violaciones de los derechos humanos, y la imposibilidad de fundar un estado de derecho—además—otros aseveran hipotéticamente que si se suprimiera la sanción económica, la contraparte cubana rodaría el segundo capítulo de su patraña consistente en exigir una indemnización de nueve ceros a la derecha.
Al menos 140 países de los 187 que votaron a favor del régimen cubano mostraron en el 2009 un intercambio con EE UU inferior al que sostuvo la isla con la citada potencia—por tanto—ante el desaliento que me ha causado el consenso donde se tantea la opinión pública mundial, me siento estimulado a valorar aún más el juicio de Friedrich Nietzsche, cuando afirmó—“Dios ha muerto”—pero no porque haya dejado de existir, sino porque el hombre vive inmerso en la mentira.

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