lunes, 1 de noviembre de 2010

Monumento por muerte insólita


Por: Pablo Méndez


En un parque franqueado por las calles Mazón y Valle en el municipio Plaza de la Revolución, se yergue la estatua de Carlos Aguirre y Sánchez, que según la inscripción del zócalo, fue un ejemplar estudiante universitario que a principio del siglo XX perdió la vida por hallarse en el lugar y momento equivocados.
Lo cierto es que según averiguaciones, Carlos Aguirre hijo del general mambí José María Aguirre, no fue un estudiante “tan ejemplar” como cita el rótulo del monolito, sin embargo, sería incuestionable reconocer que murió a consecuencia de un extraño accidente, puesto que disfrutando de vacaciones en España, cumplimentó su deseo de asistir a una plaza de toros, sin embargo en dicha corrida el matador malogró la estocada sobre el espinazo de la bestia, y esta como respuesta dio un sacudión, expulsó la espada sobre el graderío, y atravesó el cuerpo del joven que bajo la mirada y el asombro de los presentes murió instantáneamente.

Asimismo en el vergel de marras podemos observar otra inscripción con los nombres de aquellos estudiantes universitarios que incubaron sueños a las sombras de sus arboledas, entre los que se destacan: Rafael Trejo, Ramiro Valdés Daussa, y Félix E Alpizar. Igualmente en otro soporte labrado bajo la presidencia del doctor Ramón Grau San Martín, y por conducto de su secretario de obras públicas “Pepe Plazoleta” se apunta oficialmente que dicho parque se nombra Carlos Aguirre. Sin embargo como en otros tantos jardines capitalinos se perpetúa el descuido de sus céspedes; aceras quebradas, y omnipresentes regueros de basura.

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