lunes, 7 de febrero de 2011

El tiempo apremia


Por: Pablo Méndez

El pasado viernes de 4 febrero, el noticiario estelar de Cubavisión anunció:
“Después de un exhaustivo proceso de investigación, el Tribunal Provincial de Ciudad Habana recibió de la Fiscalía el expediente Nº 59/2009, en el cual acusa al ciudadano estadounidense Alan Philip Gross del delito de actos contra la independencia o la integridad territorial del estado, de acuerdo con el articulo 91 del código penal de Cuba, la Fiscalía solicita una sanción de 20 años de privación de libertad, la fecha del juicio será fijada en breve, y esta información fue trasladada por la vía diplomática al gobierno de EE UU, al que también se le notificó que sus representantes consulares, los familiares del señor Gross, así como los abogados de su familia podrán participar en el juicio”.
El citado anuncio sale a la luz, una veintena de días después que el subsecretario de estado norteamericano Arturo Valenzuela, declarara: “El caso del contratista Alan Gross dificulta a EE UU avanzar en temas de interés común con Cuba”
Pero a título personal, considero que el anuncio del régimen de someter a juicio al contratista Alan Gross, apresado en Villa Maristas desde diciembre del 2009 por entregar a la comunidad judía material de información y teléfonos celulares, para nada, responde a las declaraciones del señor Valenzuela.
El gobierno cubano está consciente de que la temática del levantamiento de restricciones a ciudadanos estadounidenses para viajar a Cuba, será difícil de digerir por un congreso de mayoría republicana, a quienes urge más abordar la política doméstica y económica de la federación que oxigenar a la isla con una avalancha de turistas, y también descarto,—por ahora—la posibilidad de que el presidente Obama indulte al espía Gerardo Hernández Nordelo, sancionado a dos cadenas perpetuas, y 18 años de prisión, ya que está muy ocupado en apretar el paso en sus pretensiones reeleccionistas para el 2012, aunque quedaría la ventanilla abierta, si resulta derrotado, y antes de abandonar la Casa Blanca usa su estilográfica para canjear a Gross por Hernández.
Al parecer, este es el AS guardado por el régimen cubano, quien recibió una “alerta naranja” el pasado diciembre, cuando el héroe de la República de Cuba, y ex-cabecilla de la red avispa, hizo público un desmentido a su gobierno, al reconocer que “las avionetas de Hermanos al Rescate fueron derribadas en aguas internacionales”, y se quejó, de ser víctima de una mala defensa, por parte del pica pleitos pagado por la Habana, revolviendo las preocupaciones castristas sobre el posible colapso de su voluntad.
Gerardo es el más sublimado de los espías favorecidos por el bum publicitario más costoso de la historia cubana. Ha sido visitado por estrellas hollywoodenses, entre los que se estaca el actor Danny Glover, quien interpretó un monólogo cuya dramaturgia exporta la imagen de un espía filantrópico que luchaba contra el terrorismo, y nunca puso en riego la seguridad estadounidense. Patético discurso desarmado por un “Topo” ex-integrante del grupo, quien citó ante las videocámaras, el interés de la inteligencia cubana por obtener información de las instalaciones militares del Comando Sur.
Aunque parezca precipitado, yo aseguro, que el contratista Alan Gross, será sentenciado con la totalidad de los 20 años de prisión que le pide la Fiscalía, convirtiéndose en el chivo expiatorio para sus pretensiones de canje.
Pero el tiempo, apremia, y el régimen se revela más presionado que EE UU en su interés de establecer una negociación, puesto que si la voluntad de Gerardo Hernández, colapsa ante la desesperanza de ser libertado, la élite castrista se enfrentará a la mayor derrota política de su historia, y lo peor de todo, el hazme reír de todos los cubanos.

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