lunes, 26 de octubre de 2009

Imagen y realidad de una dictadura latinoamericana (continuación) por: Pablo Méndez


Seis PM. Me siento en un murete para charlar con algunos conocidos. De frente una farmacia. A la derecha un quiosco. Por la izquierda un bache nos puntea los pelos cuando maniobran carros. Espero la llegada del más veterano de los tertulianos; se aproxima, toma asiento, abordo su mirada, y detono mi pregunta.
— ¿Cuántos años tienes?—
—Setenta y cuatro—
— ¿Votaste alguna vez, en elecciones democráticas y universales por un presidente?—
— ¡Jamás, nunca!— (dirigí la pregunta al resto, y tampoco recibí afirmación).
En el grupo hay descendientes de españoles; tainos, ítalos, afros, chinos, oriundos de otras regiones de la isla, ateos, cristianos, profesionales, obreros, buscavidas. Sólo nos funde una coincidencia. Todos somos cubanos.
— ¿Se sienten representados por los diputados?— (me miran como un extraterrestre catapultado por una nave espacial, pero se rompe la pausa)
— ¡Ya jode!, Carlos Lage era el más famoso de los fotografiados y jamás se paró en esa esquina para saludar a la gente o al menos preguntarnos, si teníamos problemas, si asumíamos algún desacuerdo con los de arriba. Los otros son una bandada de desconocidos. Además, el parlamento es un aparato disfuncional para los intereses del pueblo, nunca se ha escuchado a algunos de estos señores exponer las penurias de sus representados —
— ¿Entonces por qué votan por ellos?— (El mutismo se adueñó del coloquio, y el más pusilánime se levantó)
—Caballeros vamos a cambiar el canal, esto no cuadra, mejor hablemos de pelota…—
—… ¡De qué pelota vamos hablar, si la pelota no sirve!...—
—…Chico, yo anulo la boleta como hace la mayoría— (contestó el más joven)
—Pero si salen electos, eso es fraude aquí y en Hong Kong—
—Mira puro— (volvió a alegar el muchacho) —Si no lo hago me señalan y me hacen la vida un yogurt, tú lo sabes, tú no eres extranjero. En este país hasta los testigos de Jehová votan. Tenemos un policía metido en el cuerpo—
— ¿Pero les gusta este sistema, sí o no?—
— ¿A quién le puede gustar esta fábrica de miseria?, lo poco que tenemos lo heredamos de “los malos”, si hay túneles y urbanización en esta ciudad es por ellos. En cincuenta años el socialismo no ha levantado ni lo que destruyeron, medio siglo es tiempo de sobra para saber si un sistema sirve o no—
— ¿Y el bloqueo?—
— ¡Que nos quiten los Castro, y nos dejen el bloqueo!, de seguro tendremos mejor situación—
—Pero nuestros hermanos latinoamericanos tienen una opinión opuesta, cito un ejemplo: Un indígena del Orinoco señaló: “Que la revolución cubana es la forma de gobierno más democrática y equitativa que existe, además, clasificó nuestro sistema de salud y educación como el mejor del mundo”...—
—… ¡A nosotros no nos interesa si ese indio se mea en el río, y mucho menos lo que diga o piense sobre este sistema!, ¡es inconcebible que gentes que viven tan lejos vengan a hablar cáscaras de piñas en nuestras caras!...—
— Qué sabrá él, del plato de comida que nos sirven en nuestras mesas, cómo nos tratan en los policlínicos, o si nuestros hijos aprenden en las escuelas. La realidad de este país nos la tragamos nosotros, los cubanos de a pie, nuestra opinión es la que vale…—
—…Tenemos que sacarle el tenis de la cabeza a todos esos extranjeros. El futuro de Cuba sólo les incumbe a los cubanos. Esta situación debía resolverse de forma civilizada por nosotros, y sin injerencias—
— ¿Cuál sería tú formula?—
—Hacer un plebiscito, ¡claro está!, observado por todo el mundo, y donde votaríamos todos los cubanos, los de adentro y los de afuera—
— ¿Cómo el de Pinochet?—
—Exacto—
— ¿Marcarían el NO?— (algunos asienten con la cabeza)
— ¡Ahh, eso sería un sueño! — (Dijo el más temeroso, iniciando la retirada)
— ¡Y los sueños, sueños son!—

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