lunes, 4 de abril de 2011

Cecilia Valdés, en tiempos de crisis


La zarzuela cubana Cecilia Valdés, obra en dos actos de la autoría del maestro Gonzalo Roig, basada en la novela de Cirilo Villaverde, fue puesta en escena los días 25, 26 y 27 de marzo en el Gran Teatro de la Habana, a cargo del Teatro Lírico Nacional de Cuba (TLNC), bajo la dirección general del maestro Adolfo Casas, mientras las conducciones artística y orquestal correspondieron a los maestros Juan Aman y Eduardo Díaz. Utilizándose escenografías de bajo costo, Cecilia Valdés pasó por el escenario de la sala García Lorca, esta vez, desmarcada de los comentarios favorables que suelen escucharse cuando terminamos de aplaudir. No es para menos, la noche del sábado 26 hubo bastantes desaciertos, movimientos que no se justificaban, actores fuera de situación y sin dominio de sus personajes, pero muy a pesar de los problemas acústicos que conspiran contra los cantantes, la orquesta resonó con desmesura, perdiéndose una buena parte de las interpretaciones. A ello se suma que las soluciones escenográficas fueron horripilantes, y el chirrido de poleas que suben y bajan los telones, por falta de lubricación, sacó risotadas al público. También había áreas del escenario oscuras por un mal manejo de la iluminación. Pero no todo fue negativo, algunas actuaciones secundarias sacaron la cara por los protagonistas, como fueron, las de Isabel de Ilincheta y Nemesia a cargo de Cristina Rodríguez, y Rodny Pérez, más el cuerpo de baile del conjunto folklórico que se desempeñó con maestría, y a pesar de que el trabajo desplegado por el equipo de actores, bailarines, músicos, coristas, y técnicos demandan nuestro respeto. La dirección general del TLNC corre con la responsabilidad de ofrecernos el mero cumplimiento de un plan maratónico y no el resultado que esperamos de nuestros artistas. Cuando los espectadores abandonan la platea, se desbocan inquietudes y muchos se preguntan, ¿por qué el TLNC muestra las mismas caras de siempre, cuando cuenta con una amplia nómina de cantantes y actores? Pero las respuestas tenemos que buscarlas entre bambalinas, y por bocas de los propios trabajadores del Teatro Lírico Nacional de Cuba, que demandan el anonimato por temor a la represión de su director general. “El maestro Adolfo Casas practica el nepotismo”—alega uno de los entrevistados—“Es descarado el favoritismo que mantiene con sus alumnos, y sobretodo con su hija, a ellos les encarga los protagónicos de todas las puestas, cuando existen otros cantantes, con tanto o más talento que ellos.” La maestra María Eugenia Barrios, soprano y actual jefa de cátedra del Instituto Superior de Arte (ISA), expresa: — “El TLNC me considera un demonio”—Muestra de ello, es que los egresados de su academia no obtienen plazas de solistas, sólo encuentran ubicación en el coro— ¿Cuál es la causa?— según fundamentan las fuentes, el director general del TLNC cuestiona sus métodos de enseñanza. El maestro Ulises Aquino, barítono y actual director de la agrupación Ópera de la Calle, quien abandonó el TLNC por desavenencias con el actual director, se mostró furioso cuando descubrió que su curricular como solista, fue borrado de la pagina Weg donde muestran el historial de la institución. Una agrupación de 50 personalidades de la cultura entre ellos Miguel A Barnet, presidente de la UNEAC, apoyan la conformación de un proyecto cultural, que expondrá el reportorio de zarzuelas y operetas cubanas, además, contemplaría entre sus propósitos, dar oportunidades a todos aquellos cantantes egresados del ISA y otras instituciones, que no han podido desarrollar sus facultades, y al mismo tiempo exhorta a la cooperación entre todas las fundaciones que cultivan el arte lírico en Cuba, sin embargo, dicha propuesta permanece engavetada en el buró de Julián González Toledo, director del centro cultural de las Artes Escénicas del Ministerio de Cultura— y según explican las fuentes—éste señor, es un “lord protector” del maestro Adolfo Casas. El prestigioso director orquestal, maestro Roberto Sánchez Ferrer, quien por muchos años dirigió la orquesta del Gran Teatro de la Habana, rechaza visitar la sede del palacio de Zulueta Nº 253 e/n Ánimas y Neptuno, donde se enmarca el feudo del señor Adolfo Casas. También, reconocidas leyendas como los maestros Rafael Aquino, Ana Menéndez, Manuel Pena, y Gladis Puig, entre otros ni siquiera acuden a los conciertos que se programan en la sala Gonzalo Roig de la citada institución, tampoco se organizan homenajes a estas figuras— ¿Cuál es el motivo de tal disgregación?—Se preguntan los amantes del arte lírico, y sus clubes de amigos.

En una, de sus más recientes intervenciones, el ministro de cultura Abel Prieto, manifestó: —“En tiempos de crisis, no podemos darnos el lujo de tener un apagón cultural”—Veremos si el TLCN con el maestro Adolfo Casas a la cabeza, cumple tales propósitos. Pero hasta la fecha, los sensibilizados con el género abandonan la platea insatisfechos y con desesperanza.

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