lunes, 11 de abril de 2011

¿Héroes o antihéroes?

Pablo Méndez El día 4 de abril en la noche, tras proyectarse el serial “Las Razones de Cuba”, en el cual se reveló la verdadera naturaleza del espía Raúl Capote—agente “Daniel” para la Seguridad del Estado—La responsable de vigilancia del CDR, sito en la calle 4 e/n 13 y 15 en el Vedado, municipio Plaza de la Revolución, lugar donde reside el informante, llamó a las puertas de todos los cederistas de la cuadra para que concurrieran a rendirle homenaje. A pesar que la citada entrecalle tiene una población reducida por la existencia de un solo edificio multifamiliar y ocho casas, de las cuales dos son centros de trabajos, pertenecientes al MININT y a la Administración Territorial de Normalización, hubo una fría acogida por parte de los vecinos, quienes en su mayoría, no salieron, y en su lugar permanecieron en sus domicilios viendo la telenovela. Entretanto, dos ómnibus repletos de combatientes del MININT vestidos de civil, colmaron el vacío. “¡Como voy a salir!, Si me presentaron a ese tipo como “gusano”— ¡Imagínate!—yo me desbocaba hablando con él”, me relató uno de los vecinos que pidió el anonimato. “No estamos en los tiempos de “En silencio a tenido que ser”, cuando los agentes “Reinier” y “David”, desarticulaban redes de espías, saboteadores, y asesinos profesionales. Yo quisiera que alguien me explicara, cuál es la heroicidad de estos chivatos que desde ahora vivirán a costa del pueblo” opinaba otro residente de la cuadra que tampoco quiso identificarse. Lo cierto es, que cuando se revelan las identidades de estos agentes encubiertos, automáticamente se convierten en una carga económica para el pueblo, puesto que el régimen—según las fuentes—les asigna un paquete de prebendas entre los que se incluye los servicios de guarda espaldas. Muestra de ello, es que cuando se reveló la identidad, del agente “Emilio” de la Seguridad del Estado— Carlos Serpa Maceira, al otro día fue sorprendido en la cafetería FIAT, junto a Eduardo Taladrid, comentarista de la “Mesa Redonda” empinando el codo a “carta abierta”. Alguien al verlos les fotografió con un móvil, enseguida Taladrid trazó un ademan con la mano y los guardaespaldas mostraron sus pistolas.

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