lunes, 23 de mayo de 2011

Verónica

Pablo Méndez

Verónica es una joven de 22 años que practicó el lesbianismo. Recuerda que la primera vez que visitó un Gay-Show (fiesta clandestina de homosexuales) con su primera pareja, una joven condiscípula del tecnológico “Pablo de la Torriente Brau” de Miramar, municipio Playa, en La Habana, tomaron en la Rampa un taxi que por 2 dólares le trasladó a las inmediaciones del parque Lenin.
Al llegar a la portería de la “Casa de William”, salvaron un trecho de pasillo y ante sus miradas se explayó un patio frutal, una explanada y un escenario bordeado por mesas. En ellas sólo podían acomodarse aquellos que pagaran 50 dólares, entretanto, los de menos recursos, no tenían derecho a sentarse, y aunque desembolsaran el cover de 2 dólares, debían permanecer de pie, o andar y desandar las áreas, mientras bebían refrescos, cervezas y disfrutaban del show de los transformistas. Verónica memoriza que las diferencias económicas estaban bien marcadas en ese club para homosexuales.
Luego de terminado el espectáculo regresaban a la ciudad y remataban la noche, agrupándose con otros gay en “El Burgui” de P y 23, o en la cascada de 23 y Malecón. Asimismo había otros gay-show, como la “La casa de Lila” que se efectuaba en las direcciones de 9ª y H, o en, 13 y D, ambas en el Vedado, allí pagando un cover de 1 dólar, podían consumir bebidas, y disfrutar de un pequeño show. Además existía otro espectáculo dominical llamado la “Matinée de Milagros” en Centro Habana, y me comenta que concurrió muchas veces al “Club Atelier” y al “Café Cantante del Teatro Nacional”. También, la comunidad gay habilitó un teléfono, cuya contestadora informaba de los lugares donde se realizarían las fiestas clandestinas, citando como entradilla la frase—“Nos encontramos”—
Verónica dice que la primera vez que sintió atracción por otra mujer fue a los 12 años, cuando cursaba estudios secundarios, y ella, resultó ser una “profesora emergente”, me puntualiza, que no existió ninguna relación amorosa entre ellas, para entonces era una niña y aún se consideraba “indefinida”, más adelante tuvo varios novios, pero la pérdida de su virginidad y sus primeras relaciones le desilusionaron, exacerbando su rechazo hacia el sexo masculino.
Tuvo una relación amorosa con una mujer casada que tiene una hija, reconoce que se enamoró perdidamente de ella, un día, su madre, que desconocía su preferencia sexual, halló una carta de amor, y reaccionó de forma inclemente, para entonces su hogar se convirtió en un infierno, sus padres (divorciados) le llevaron al CENESEX buscando asistencia profesional, y los psicólogos sólo hicieron recomendaciones para su “adaptación a una nueva vida”, como si fuera “un ser humano que tiene que coexistir con un defecto”, Verónica se sentía confundida, tenía esperanzas de que el homosexualismo fuera algo como una enfermedad curable.
Su tía argumentó que Dios era la solución, y comenzó a asistir a la iglesia, pero reconoce que lo hacía como un cumplido, porque a hurtadillas daba riendas sueltas a su preferencia sexual. Visitando el templo, escuchó el testimonio de dos personas que fueron homosexuales, y que gracias a la palabra de Dios encontraron otro sentido a sus vidas, desde entonces comenzó a cambiar.

Verónica ilustra que existe “una ventana”. Del otro lado aguarda Dios, y al traspasarle es como volver a nacer, “Dios ama a los pecadores, pero aborrece el pecado”, citó, al tiempo que considera que la causa de su lesbianismo se lo tribuye a un déficit de cariño de su madre, quien priorizó garantizar un mejor nivel de vida a la familia en detrimento de la atención a sus hijos, también expone que existen ejemplos de personas que han sido violadas, o han sufrido traumatismos, que le indujeron la homosexualidad y no se le muestra otro camino para su salvación.
Considera que la máster Mariela Castro, actual directora del CENSEX, está utilizando a los homosexuales como lubricante social para pulir la imagen del régimen desbastada por décadas de represión y homofobia.
Agrega que es demagógica y al mismo tiempo ofensiva, su campaña en pro de las intervenciones quirúrgicas para cambios de sexo, resultando inconcebible invertir recursos para insertarle una vagina desnaturalizada a un homosexual, cuando en Cuba, según alegan los medios, existen déficits de medicinas para los niños con cáncer, y muchas parejas no pueden procrear hijos porque los tratamientos son muy costosos, producto del embargo norteamericano, además, antes de aprobar una ley que autorice los matrimonios del mismo sexo, se debe permitir el ejercicio de la libre expresión a los opuestos a tal legislación, dándosele la oportunidad de tener voz y voto mediante una consulta popular.
“Verónica” es el seudónimo de una joven estudiante de psicología de la Universidad de la Habana, cristiana practicante, y se propone hablar con otros jóvenes homosexuales y explicarles que tienen la oportunidad de cambiar. Ella Igualmente proyecta escribir un libro.

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