lunes, 13 de junio de 2011

La trágica racionalización de plantillas en el Johnny



Pablo Méndez

Entrada una madrugada de febrero, Alfredo, un dependiente de 53 años, del centro nocturno Rio Club, antiguo Johnny Dream, atendía pedidos, mientras fisgoneaba la reacción de unos turistas rusos que pidieron la factura y revisaban el cheque, en instantes, uno de ellos se incorporó y solicitó hablar con el gerente.
Agazapado en la oscuridad, observó como Madiel el jefe de turno conversaba con el reclamante, también vio como después de recibir las disculpas, el cliente pagó la cuenta rectificada y se retiró, más adelante, Alfredo recibió un aviso: debía presentarse en la oficina del subgerente.
Salvando el trecho que los separaba de la oficina, Alfredo, un hombre tranquilo, que no era conflictivo, ni chivato, sólo “luchaba los pesos”, fue exacerbando sus ánimos. Le preocupaba la próxima racionalización de plantilla anunciada por la empresa, estaba acomplejado, las intrigas le señalaban como uno de los que tendría que recoger los matules y largarse.
Al llegar, Emilio el subgerente y Madiel, le llamaron la atención y le informaron que sería sancionado, él replicó por considerar ilógico el castigo, ya que estas quejas sobrevenían con frecuencia y no trascendían, además, la administración estaba al tanto de todos los “inventos” que se hacían en el bar.
La discusión se acaloró, Alfredo sondeó su bolsillo e hizo saltar la hoja de una sevillana, fulminó a Madiel con tres puñaladas, Emilio luchó pero recibió siete heridas. El agresor buscó la calle, Emilio le persiguió, al llegar a las afueras vio como Alfredo se alejaba, también advirtió la presencia del jefe de sector policial rondando la zona, y exclamó— ¡fue él… mira lo que me hizo!—al tiempo que Alfredo se entregó sin ofrecer resistencia.
Días después, Emilio falleció en el hospital a consecuencia de las heridas, y según las fuentes, antes de morir dio versión de lo ocurrido, entretanto, Alfredo el hombre pasivo devenido en criminal, permanece tras las rejas a la espera del juicio.
Pero el Rio Club o “el Johnny”, como le siguen llamando, un centro nocturno de primera categoría, sito en la calle A de la barriada de Miramar, continúa con su resonante música y sus mejunjes etílicos divirtiendo a sus clientes, y desde aquella madrugada, sus jefes y trabajadores rehúsan hablar sobre la trágica racionalización de tres de sus plazas.

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