lunes, 26 de septiembre de 2011

Timadores libres de impuestos.

Pablo Méndez. cubanet
Los timadores campean por La Habana, los cómplices se benefician con sus correrías y los policías les dejan actuar libremente.
Una turista rioplatense seleccionaba víveres en el mercadito de la “Manzana de Gómez”, de súbito, irrumpió una mujer de aproximadamente 50 años de edad con un niño en sus brazos, sin rodeos se le aproximó, le rogó para que le ayudara porque no tenía leche ni pañales para el bebé; la buena samaritana aceptó, desembolsó más de veinte dólares para la compra, la timadora dio las gracias, salió de la tienda y se esfumó por la calle Obrapía. Los que la conocen, aseguran que los pañales y la leche, serán revendidos.
Laritza y Claudia, son dos chicas que estudian en una escuela de arte, ellas observaron la escena del mercado, conocen a la mujer por sus reiteradas estafas, les resultó muy desagradable ser testigos del engaño y aunque el timo no afectó sus bolsillos, rechazan esta forma de subsistencia; también observaron como el cajero de la tienda endureció el rostro, pero no brotó una sola palabra para prevenir a la embaucada, porque nadie quiere buscarse problemas y las autoridades se hacen de la vista gorda, “ella es una tramposa, una insensible que utiliza a un menor para su engaño”, expresaron las chicas.
Por la calle Obispo y sus alrededores, dos niños llamados Mary y Cristian deambulan entre los transeúntes, él tiene un brazo amputado a causa de una vacuna infestada; ella exhibe quemaduras en su cuerpo, los chicos le piden a los turistas que les compren cualquier cosa, luego se las entregan a la madre quien se encarga de revenderlas. Todos conocen a la mamá, la famosa “jimagua”, sus vecinos del municipio 10 de Octubre le creen capaz de haber quemado a su hija con agua hirviendo para utilizarla en el oficio de pedigüeño.
“La jimagua es un monstruo”—comenta Oscar, un tendero de la calle Obispo—, quien argumentó sentir impotencia al verla como explota a sus hijos discapacitados; todos están al tanto de sus andanzas, incluso, soborna a los policías para que le dejen actuar con libertad; asegura que la jimagua es un caso entre mil—y sentencia finalmente—“éste país es en un tanque séptico”.Félix, un licenciado en ciencias políticas y profesor de marxismo retirado comenta que “la sociedad cubana, como hicieron sus similares de la Europa del Éste, cerró las puertas y secuestró a sus pueblos para evitar el peligro de que se contaminaran con sociedades sucias; sin embargo, y muy a pesar de otorgar beneficios sociales, también generalizó la miseria, cuyo flagelo ha desmoralizado a una considerable parte de la población que se ha abandonado a cometer actos delictivos como el robo y las estafas para subsistir en medio de la debacle económica. El mismo resume: “tales ejemplos evidencian que la sociedad socialista también genera sus propias suciedades”.

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