lunes, 16 de agosto de 2010

El regreso del Coco


Por: Pablo Méndez

Una joven extranjera exclamó: — ¡No puede ser, ese hombre está mal!— ¡Allá en mi país dicen que tiene cáncer terminal, cómo es posible!—a continuación pulsé los botones para demostrarle que Fidel Castro hablaba simultáneamente por cuatro de los seis canales habilitados por la televisión cubana.
Asimismo, después de estar fuera del ruedo por cuatro años, Castro dispuso del cenáculo de la Asamblea Nacional, cuya reunión fue cubierta por los principales medios noticiosos del mundo—y lo hizo—en primer lugar, para cuestionarse públicamente por haber errado la fecha exacta del fin del mundo—y luego—retornó sobre sus pasos, para reiterar una vez más su preocupación por la escalada belicosa de EE UU en el Golfo Pérsico, el Mar Amarillo, y del mismo modo trató de persuadir al presidente Baracak Obama para que desista de su hostilidad hacia Irán, y Corea del Norte.
Lógicamente, tras finalizar la lectura del manifiesto ocupó una butaca junto al presidente del plenario el señor Ricardo Alarcón, quien al mismo tiempo solicitó a los congresistas presentes que formularan sus preguntas—¡y claro!—como era de esperarse le sucedieron las conocidas diarreas de alabanzas, y chicharronerías, en cuyas intervenciones se dedicó más tiempo a demostraciones de regocijo por la recuperación del líder revolucionario y su retorno al escaño parlamentario, que por la temática propuesta a debate—más adelante—el ex-mandatario cubano también se congregó con la prensa latinoamericana asistente al cónclave.
Lo cierto es que mientras se reunían en la Habana, toda esta pléyade de personalidades, con el consabido costo económico que inducen los gastos de energía; climatización, trasporte, alojamiento, y cuyo unitario resultado—sin dudas—es el exacerbo de las carencias del pueblo cubano, contradictoriamente, el Nuevo Herald de Miami anunciaba que el presidente Baracak Obama, y su familia disfrutaban de un recorrido vacacional por Andalucía, al tiempo que sus anfitriones, en este caso los monarcas españoles, lo invitaron a su mansión de Mallorca—por allá—por el archipiélago de las Baleares, además, se hace evidente que dicho anuncio dejó en ascuas todos los efectos del apocalipsis anunciado por el ex- dictador.
Sin embargo, a pesar de que el huracán rastreado por nuestro meteorólogo político, aún no ha logrado salir del vaso de agua donde se encuentra prisionero, el “compañero” Castro ha resuelto dar término a esa metáfora de continuar simbolizado por una columna del periódico Granma, y ahora ejercita su experiencia ocupándose de la política exterior del país, mientras su hermano continuará haciendo frente a los avatares administrativos de la isla caribeña—lo cierto es—que con posterioridad a los acontecimientos protagonizados por la disidencia militante que precisaron—mejor dicho—forzaron al actual gobierno a recurrir a los servicios mediadores del cardenal Jaime Ortega para solucionar el embrollo internacional tras la muerte del recluso político Orlando Zapata, se ha notado el vacío de ese “sello distintivo”—que dicho sea de paso—caracterizó al régimen por 47 de sus 51 años de existencia, consistente en el “auge del discurso populista” cuya fogata se apagó a consecuencia de la discapacidad oratoria de Raúl.
Muy a pesar del menoscabo físico de Fidel, cuya enfermedad le impide emitir aquellas disertaciones kilométricas que ya forman parte del pasado, el líder ahora suple su impedimenta a través de las voces de los locutores de Cubavisión, cuyas lecturas de sus articularios absorben casi la mitad del tiempo destinado a los espacios noticiosos—y desde ya—vuelven a resonar en nuestros oídos, las motes de ciertos personajes como Salinas de Gortari, López Obregón, incluyendo también—como era de esperase—el destape sensacionalista de cuanto escándalo eche montones de caca por encima de toda la fauna que componen la nómina de sus rivales políticos.Entretanto, enchumbándose con pinceladas de cubaneo la vox pópuli anuncia—el regreso del “Coco”—debido a que la mayor porción de los entrevistados declararon que le temen más a Fidel que a Raúl— sin embargo—alguien manifestó la posibilidad de que Castro se arrepintió de sus pecados—y como resultado de ello—y por obra y gracia de la providencia resolvió convertirse en “Testigo de Jehová”, puesto que en los últimos tiempos no ha declinado su perseverancia sobre el inminente estallido de la batalla del Armagedón. Del mismo modo, otros alegan que ya están hartos de sus peroratas y recurren a la solución más práctica—en este caso—desconectar sus telerreceptores.

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