lunes, 23 de agosto de 2010

Esteban, no hay plazas vacantes


Por: Pablo Méndez

Denunciar los abusos de poder, o la corrupción bajo el ejercicio de la libre expresión, no tendría nada extraordinario en un mundo libre—sin embargo—si tal lance se ejercita bajo una dictadura totalitaria como la cubana, y su denuncia se hace pública a través del ciberespacio en un articulario firmado por un intelectual, investigador, académico, militante de PCC, negro, y al mismo tiempo un infeliz como Esteban Morales, usted puede estar seguro que el citado personaje—“dará su último aldabonazo”—y sin rodeos explotará como un ciquitroque.
Pero el señor Esteban ahora tiene por delante la tarea de apelar ante los organismos superiores de su organización política para volver a portar su carné de militante, y si es necesario, continuará arrastrando su panza hasta ser analizado por el congreso del PCC. Cónclave aún aplazado indefinidamente, y cuya prórroga podrá estirar la angustia de su resurrección. Lo que si no esclareció el personaje de marras en sus declaraciones es, si será capaz de defender hasta las últimas consecuencias su posición de continuar denunciando la corrupción que carcome la estratosfera del régimen, o si claudicará como otros de su casta marxista.
Y aunque me importa un bledo que este replicante de Heidegger recupere o no su carné, si me resultó interesante su insinuación de que “algunos” ya afilan dientes porque piensan equívocamente que se cambiará para el bando contrario, y alegó con resolución:—“No estar dispuesto a rellenar el vacío de liderazgo que tiene la oposición, puesto que mantiene la misma perspectiva revolucionaria de hace 50 años”—Sin embargo, y al parecer, su ignorancia no le permite reconocer que las filas opositoras, sí tienen líderes que se encuentran tras las rejas porque hombres a imagen y semejanza de él y sus amos le temen a las ideas. Aunque el señor Esteban exhiba un envidiable curricular como profesor universitario, debemos aclararle que cualquier académico no puede convertirse en un Andréi Sajarov—además—nos atribuimos esclarecerle, que nuestra oposición tampoco es la letrina donde se recibe el excremento desechado por los intestinos del régimen.

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