lunes, 31 de octubre de 2011

La alcantarillofobia



Pablo Méndez. cubanet



En el Vedado, las posibilidades de ser salpicado con excremento se multiplican por día. Bacallao, un retirado de 68 años que reside en la barriada del Carmelo; después de visitar al urólogo en el policlínico de 15 y 18 y recibir la agradable noticia de que su próstata funcionaba como Dios manda, buscó la calle 13 para dirigirse a una panadería localizada en las cercanías.
Marchaba por el centro de la calle, (en La Habana ya nadie camina por la acera), de pronto escuchó un fuerte bramido que procedía de las entrañas de la tierra, presa del pánico se detuvo, y de súbito, un chorro de aguas albañales saltó desde una cloaca y le empapó de arriba abajo. Bacallao corrió a su casa y desde hace una semana no le alcanzan el jabón y el agua para librarse de la fetidez impregnada por el baño de porquería.
Con las obstrucciones surgen bruscas salidas de aguas albañales; emergen riachuelos que inundan las calles; los carros salpican a los transeúntes; las personas tiene que saltar sobre las charqueras; la pestilencia se hace insoportable y los camiones-bombas de “Aguas de la Habana” tardan semanas en destupir las redes, porque según los fontaneros, no cuentan con suficiente técnica para atender el municipio; pero el mayor peligro gravita en que se pueden contaminar las conductoras de agua potable.
“Estas tupiciones ocurren cíclicamente, debido a la densidad poblacional”, explica el Ing. Vázquez un entendido en la materia— razona—que en el año 1959 la ciudad de La Habana tenía una población de alrededor de 800 mil personas, en la actualidad la cifra supera los 2,4 millones, sin embargo, las redes hidráulicas y alcantarillados siguen siendo las mismas.
En el municipio Cerro continua activada “la zanja real” (viejo sistema de alcantarillado del siglo XIX), cuyo cauce evacúa considerables volúmenes de aguas albañales. En sus márgenes se asientan ciudadelas, que con el decurso del tiempo crecen y agudizan los riesgos higiénicos epidemiológicos de los pobladores; también vecinos de la calle San Pablo relataron que hace cinco años ocurrieron intensas precipitaciones que saturaron la capacidad de evacuación de la zanja, como consecuencia la calle Auditor se inundó súbitamente, por fortuna colapsó un muro perimetral del asilo Santovenia y el nivel de las aguas bajó, de lo contrario se calcula que habrían perecido ahogadas alrededor de 200 personas.
En Miramar no existe alcantarillado, pero las redes sanitarias están compuestas de fosas Maura, una permanece desbordada desde hace varios años en las proximidades de 5ª avenida y calle 10 y los transeúntes deben impulsarse y saltar para salvar el tramo de acera. También en otros municipios se reportan derrames que no han sido solucionados.
Ahora Bacallao, revestido con una sobre dosis de perfume, nos alerta del peligro de transitar por las proximidades de las tapas de los sumideros, y si por casualidad escuchamos un fuerte bramido que brota desde lo profundo de la tierra, corramos, porque detrás seguramente viene un chorro de porquería.

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