lunes, 9 de noviembre de 2009

Nunca es tarde para responder Por: Pablo Méndez



Cuando los tanques repletados de rebeldes comprimieron las calles habaneras, Cuba tenía el cuarto nivel de vida en América Latina. Pertenecía al FMI. Producía una tonelada de azúcar y pastoreaba una cabeza de ganado por habitante. El alfabetismo era del 75%. Tenía más médicos por cada cien habitantes que sus vecinos americanos. Era el segundo país en la región que rodaba más automóviles. Se proyectaba instalar una electronuclear, y se navegaba hacia la primacía en la televisión a colores. Del mismo modo la telefonía trepó al peldaño 14 del mundo. Empinó rascacielos con la novedosa técnica del hormigón armado, y su agricultura progresaba a un ritmo tal que dos décadas antes en una asamblea constituyente se trató la súper producción de tomates como un escollo a superar. Además, también había injusticia social, flagelo que aún nos fustiga incluso a los países del primer mundo.
Pero al señor Barredo no le complacen esas retrotracciones de 50 años-memoria. Ahora torna su mirada hacia el futuro, y espolea desde el periódico Granma una cruzada contra el “paternalismo”, suerte de estado-paternal que musitando mimos nos quitó la leche cuando cumplimos los 7 años; racionó nuestros alimentos, eligió las cacerolas para cocinarlos, los electrodomésticos a utilizar, la televisión a ver, las noticias a escuchar, la ropa a vestir, el dinero a devengar, nos obligó a juzgar únicamente lo agradable a sus orejas— ¡y claro está!— si nos portamos bien, abrirá las puertas del redil cuando le venga en ganas.
Pero mi misión, no es tratar de aliviar las preocupaciones del citado periodista que intenta con su realismo mágico embutir de parches un sistema condenado a desaparecer. Es exponer lo que “nosotros” vemos, y “ellos” no quieren ver.
— ¡Señor Barredo, el socialismo no sirve!—. No lo digo yo, salió a luz pública cuando cayó el muro de Berlín, y nos mostró que aún había escombros por recoger de la última guerra mundial. Es ineficiente en grado extremo, va en contra de la naturaleza humana, y plagó a esas naciones de hambrunas; canibalismo, y millones de presos, más otros millones que recibían un sueldo por reprimirlos—Está probado que en tales menesteres malgastaban el dinero—No lo engaño. Es tal la deformación sufrida por esos pueblos que los analistas consideraron en base a la infraestructura, y el nivel educacional heredados del colectivismo marxista que sus respuestas a una economía próspera sólo tardaría 5 años— ¡y se equivocaron!—ha superado los 15— ¡Ah!—y no incluya en este ajiaco al socialismo Chino. Todos sabemos que sus manos están fuera de Hong-Kong, donde se multiplican los millonarios por kilómetros de franja meridional. Ese engendro debemos buscarlo al norte, a miles de millas de Shanghái, allá en la Manchuria, donde están las fábricas procesadoras de ineficiencia y la agricultura de corte feudal.
Y como cubano angustiado por la parábola socialista, le reprocho a nuestro padre sus buenas intenciones de darnos educación y salud gratuita para prolongar nuestras vidas. Porque sólo ha servido para engastarnos en su doctrina y estrellar nuestro futuro contra las paredes de las pocilgas que utilizamos como hogar.
Pero si al señor Barredo le molesta el desenfreno de mi catarsis de victimado. Le propongo un—by pass— permítame hacer una referencia al libro quinto del antiguo testamento, para buscar en Deuteronomio, capitulo 28, los versículos donde se describen las maldiciones dirigidas a los que destapan la ira de Dios:
17—Maldito será tu granero y maldita serán tus reservas de frutas. 18—Maldito el fruto de tus tierras, los partos de tus vacas, y las crías de tus ovejas. 22—Dios te castigará con tuberculosis, fiebre, inflamación, y roya de trigo que te perseguirán hasta que mueras. 30—Edificaras una casa y no la podrás habitar. Plantarás una viña y no podrás comer sus uvas. 31—Tu buey será sacrificado delante de ti, y no comerás de él. Ante tus ojos se robarán tu asno y no te lo devolverán. Tus ovejas serán entregadas a tus enemigos y nadie saldrá en tu defensa. 32—Tus hijos y tus hijas serán entregados a pueblos extranjeros y te enfermarás de tanto mirar hacia ellos, pero no podrás hacer nada. 33—El fruto de tus campos, todos tus esfuerzos los comerá un pueblo extranjero que no conoces y tú serás un explotado y un oprimido toda la vida. 38—Echaras en tus campos mucha semilla y será muy poco lo que coseches, porque la langosta lo devorará. 39—Plantaras una viña y la cultivarás, pero no beberás vino ni comerás uvas porque los gusanos la roerán. 40—Tendrás olivos por todo tu territorio pero no te darán siquiera aceite con que ungirte, porque las aceitunas caerán de sus ramajes y se pudrirán. 43—El forastero que vive contigo se enriquecerá acosta tuya, y tú serás más pobre. 44—Él te prestará, y tú tendrás que pedir prestado, él siempre estará a la cabeza y tú a la cola.
Señores yo no soy religioso. Pero cuando salgo a la calle y observo la depauperación de mi país. Elevo la mirada al cielo, y exclamo:
— ¡Sé que estás ahí Dios, lo sé!—

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