lunes, 1 de marzo de 2010

¿Elecciones, para qué?


Por: Pablo Méndez


De “privilegiados” fuimos calificados los cubanos por parte de la presidenta de la Comisión Electoral Nacional, manifestando además: “que gracias a las bondades de un sistema Socialista como el que tenemos, podemos elegir desde la base a nuestros representantes en auténtica democracia”. No obstante, la Constitución de la República también plantea que “el voto es un derecho del pueblo”, aunque del mismo modo es aludido como un acto de coacción—debido a que de no concurrir a los colegios electorales—los abstencionistas pueden marcarse como renegados políticos, gusanos, o contrarrevolucionarios, en fin, —el peor estigma existente en Cuba—y con dicho inconveniente, serían truncadas las aspiraciones a obtener mejores empleos, viajes al extranjero, estudiar en las universidades, etc. Sin embargo en el caso de los transgresores de las leyes, el hecho de acudir a las urnas les ayudaría a atenuar la vigilancia de los CDR, ante el trapicheo, el juego ilícito, el desvío de recursos, el facho, etc. Asimismo, las paradojas desarropan disímiles historietas, por ejemplo: un delincuente que ha incurrido en innumerables delitos como: robo con fuerza, tráfico de drogas, intentos de violaciones, y que actualmente se encuentra en libertad bajo fianza a la espera de juicio, argumentó públicamente—“que votará para no señalarse”—no obstante, y de igual forma, un testigo de Jehová que se niega a homenajear la bandera, y el himno nacional, alegó que concurrirá a la urnas para:—“Dar al Cesar lo que es del Cesar”— o sea, no meterse en problemas con el gobierno, además, serían cuantiosas las narraciones de terror surgidas ante los escalofriantes “toques de puerta”. Lo cierto es que las mayorías confiesan cancelar su boleta, trazando una cruz, o garabatean cualquier cosa, pero las anulan en proporción de 9/10, entretanto los que ya cumplieron 70 años, revelan no haber votado en toda su vida en elecciones universales por un presidente democrático—por otra parte—la mayoría también comenta que el Poder Popular no sirve, puesto que el país se encuentra abandonado a la bartola por la incapacidad de sus dirigentes, y las fosas se desbordan; las calles se repletan de baches, las viviendas se filtran y derrumban, las esquinas se abarrotan de basura, los hospitales no tienen optimas condiciones, los maestros no enseñan, las guaguas no pasan, los mercados están vacíos, además desde hace 50 años los alimentos están racionados, los obreros no están satisfechos con el salario, no se trabaja bien, la juventud quiere emigrar en masa—y a fin de cuentas—nos preguntamos: ¿elecciones, para qué?, si el Socialismo seguirá chapoteando en el mismo excremento.

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