lunes, 8 de marzo de 2010

¿Para quién la violencia, y el vilipendio es útil?


Por Pablo Méndez

Cuando Vitelio (un efímero emperador romano que se embotelló en una conflagración civil del 68-69) marchó triunfalmente sobre un campo de batalla, sus acólitos se quejaban del intenso hedor de los cadáveres insepultos, y harto de escucharlos, montó en cólera y exclamó: —¡El cuerpo de un enemigo muerto siempre huele bien, más aún, si es el de un compatriota!—y tal hecho nos evidencia que la historia se recicla de forma secular, y con ello, la cercanía al primitivismo humano , más el desprecio al oponente político, vuelven a reencarnarse en la medios cubanos para deshonrar post mórtem la memoria de un mártir disidente. Asimismo, Orlando Zapata, un prisionero político entregado a la angustia de la inanición, fue caracterizado por Granma, en su esfuerzo desesperado por influir en las mentes idiotas, como un psicópata que cambió su vida por decorar el ámbito de su celda con un telerreceptor; una cocina, un teléfono, y luego de engrosar un historial de actos criminales se integró en cuerpo y alma a las filas opositoras, no obstante, el autor del articulario en su afán hiriente, y sin proponérselo, estableció una virtual analogía con el propio Fidel Castro, que antes de iniciar su bagaje revolucionario, ya era un hombre fichado como sospechoso de varios hechos de sangre.
Pero el regodeo de citar o desapolillar expedientes policiacos no se ajustan a mi estilo, ni naturaleza, lo que estimula a manifestar mi indignación, es el instinto oficialista de desacreditar como seres de segunda clase a los críticos de la revolución, y sus esfuerzos por inducir a los cubanos a la barbarie de la Sierra Maestra, donde ni siquiera tembló la mano para matar, y cuyos jefes ahora convertidos en máximos dirigentes aún persisten en mantener la psicosis de los piquetes de fusilamientos, y las marchas sobre los cadáveres. Sin embargo, reconozco que la revolución castrista ha sufrido innumerables agresiones, ataques terroristas, y la voladura en pleno vuelo de un avión repletado de jóvenes inocentes—pero evocar tales angustias—no les libera de responsabilidad ante la violencia que ellos mismos engendraron, cuando la historia los alude como victimarios de sus propios compañeros de armas que se sintieron traicionados tras el vuelco marxista dado a la revolución y fueron ejecutados sin miramientos, los fusilados extrajudiciales, los civiles derribados por aviones de combate, los hundidos en el estrecho de la Florida, los muertos en las cárceles, los niños y madres que gritaban mientras se debatían entre la vida y la muerte por lograr emerger a la superficie cuando el remolcador 13 de Marzo fue colisionado por sendos navíos que pretendían interceptarle, y a pesar de ello, las vidas cobradas aún continúan sin ser honradas con un acto de justicia que castigue a los culpables, puesto que el silencio del régimen cubano les hace cómplices, y al mismo tiempo les priva de fuerza moral para censurar la impunidad de los matarifes del bando contrario.
Defender el concepto de “libertad” bajo una dictadura totalitaria que castiga con dureza, no es obra de hombres que se abandonan al furor de la violencia. Ser opositor, “gusano”, “mercenario”, “bandido”, “escoria”, o como necesiten disminuirnos moralmente, es resistir el apaleamiento en nuestros cuerpos, el encierro injusto, y el vilipendio en aras de denunciar las violaciones de los derechos humanos, reclamar el ejercicio de la libre expresión, y con ello, la instauración de una democracia que limite los abusos de poder sufridos durante tantos años. Sin embargo, ¿es punible, lo que demandamos?, ¿alguien puede fundamentar que nuestros opositores fungen como agentes de potencias extranjeras que monitorean unidades militares, y conceden a los enemigos de Cuba, copias de pliegos clasificados?, no obstante, todos conocemos que la acción de espiar, sea cibernética, industrial, militar o de cualquier naturaleza es un acto delictivo castigado con fuertes penas en todo el mundo.
Los opositores, para combatir la censura informativa, asumimos la responsabilidad de denunciar los indigestos del socialismo, los platos vacios que día a día centran las mesas, la miseria del pueblo, el clamor en las calles, las violaciones de los derechos civiles, también pretendemos exponer al mundo la realidad cubana desde el fondo del abismo, puesto que estamos conscientes de que el señorío dictatorial esta compuesto de hombres inteligentes, tenaces, y a la vez, dotados de una formidable capacidad para eclipsar la opinión pública mundial mediante una falsarregla altruista que si el régimen sudafricano del apartheid hubiera imitado en todas sus manifestaciones, aún Nelson Mandela permanecería encerrado en su celda, las mayorías continuarían bajo al flagelo discriminatorio, y sería impensable que un negro fuera investido como presidente de dicha nación. Ojalá Orlando Zapata, sea el último cubano que entregue su vida por alcanzar una patria democrática que aún pretendemos edificar sobre un zócalo pacífico. Ojalá que nuestros compatriotas dejen de culpar a Dios por las desventuras vividas y se apresten a reconocer que hemos sido castigados por temer y venerar a los déspotas. Ojalá el Señor nos perdone, y no resuelva exterminarnos.

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